Mi cuerpo no se movió. Los músculos no me respondían y no podía apartar la mirada del espejo, incluso cuando todo volvió a la normalidad. Mi mirada de pasmo era impresionante. Durante unos segundos los ojos me habían brillado. Habían abandonado su característico color verde y se habían tornado amarillentos.
Tras pensarlo un poco, recordé que ya había presenciado algo similar anteriormente. Cuando Aiden me acompañó a los baños del instituto y mis poderes se descontrolaron pasó lo mismo.
-¿Estás bien?-una voz femenina resonó a pocos metros, dándome un pequeño susto.
Me giré hacia atrás. Ante mí apareció Elena con su trenza rubia cayendo sobre uno de sus hombros.
-No...no es nada, estoy perfectamente.-ella frunció un poco el ceño ante mi respuesta. Resultaba increíblemente atractiva cuando hacía eso.
"No, no estás bien paleto. Cuando ella está cerca casi no das ni articulado las palabras"
-¿Seguro? No te noté yo muy bien antes.-con sus manos lanzó un par de copos de nieve al aire, los cuales danzaron unos segundos antes de desaparecer-Sabes que puedes contarme cualquier cosa, a pesar de que nos hayamos conocido.
Yo le sonreí. Agradecía y me hacía sentirme muy bien que ella se preocupara por mi pero no podía contarle nada, no quería perderla, no ahora que la había conocido después de tanto desearlo.
-Si, seguro. No te preocupes por mi, Elena, estoy bien. Es solo que...-me llevé la mano a la nuca y torcí el gesto-Siento mucho que tengas que verme así, enserio, perdona. Ayer me viste llorando a lágrima viva y hoy un poco esquivo. Lo siento.
Ella soltó una carcajada, sorprendiéndome.
-No me puedo creer que te estés disculpando por eso.-apoyó una de sus manos en mi hombro izquierdo mientras seguía riendo-Idiota, no hace falta que pidas perdón por todo, no pasa nada. Entiendo perfectamente por lo que estás pasando, lo que estás sufriendo...Porque a mí me pasó lo mismo y no voy a permitir que tu pases por todo esto solo ni te sientas diferente ni rechazado, no, no otra vez. Cuentas con todo mi apoyo.-tras decir eso me cogió la mano con una de las suyas y me puso en pie. El mero contacto de su tibia piel con la mía me hizo temblar un poco.
-Muchas gracias Elena-le devolví la sonrisa-¿Qué fue lo que te pasó a ti?-pregunté aunque ya sabía la respuesta.
-Digamos que...me encerré en mi interior y casi congelo mi hogar. Fueron malos tiempos, ya lo creo pero con la ayuda de mi hermana conseguí arreglarlo todo y ahora estoy mejor que nunca.-se ajustó bien la coleta-Ven, vamos a practicar un poco los dos con nuestros poderes. Yo te guiaré, no te preocupes. Te enseñaré todo lo que sé para que puedas controlarlos mejor.
Se colocó a mi lado y extendió sus dos manos abiertas al frente.
-Extiende tus brazos.-yo obedecí y estiré las manos al igual que ella. La chica rubia creó dos chorros de hielo que brotaron de sus dos manos e impactaron contra la pared, congelando la zona donde chocaron contra ella-Inténtalo tú ahora.
Yo cerré los ojos y traté de concentrarme para hacer que de mis manos saliera el fuego, tal y como había hecho ya varias veces pero esta vez no salió nada.
"Y el hielo apagó el fuego"
-Piensa en tu elemento, en el fuego. Canaliza tu energía hasta tus manos, como si fuese agua fluyendo por tu cuerpo.-se colocó detrás mía y apoyó sus dos manos en mis hombros, provocándome un escalofrío.-En el momento en el que notes como la energía se acumula en tus manos, libérala. Sé que puedes hacerlo Alan, tan sólo tienes que confiar en ti mismo.
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Alan Heek y La Espada Mortal
Fantasy¿Qué pasaría si algún día descubrieses que eres capaz de controlar una poderosa magia que nunca antes nadie había podido controlar? Eso es lo que le sucede a Alan Heek, cuya percepción del sobrenatural mundo que le rodea cambiará por completo al dar...