Una visita necesaria

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Una vez más el aire se deslizaba suavemente por mi piel, por fin acepté que me había convertido en esto, en mi sueño más oscuro. De un solo golpe tenía que acabar con su vida. Sentí toda mi fuerza unirse en mi puño, cuando de pronto un sonido que casi no
escuchaba por Beacon me distrajo, un aullido, del perro que hace semanas se había colado en mi habitación y había desaparecido de pronto. Y ahora me daba cuenta que no era un perro, era un lobo, y se veía más grande que aquel día, se encontraba encima del Camaro destrozado de Derek. Caminó hacia mí, le rodeaba un aura de superioridad inquietante, y al mismo tiempo impresionante, elegante y sorprendente, que me mantenía atento maravillado, casi podía escuchar violines. Como en cámara lenta se abalanzó contra mí con una fuerza inexplicable, vi sus increíbles y grandes ojos, cuando caí sobre el suelo, me di cuenta que había ocurrido en segundos, me ladró en la cara y me trasladó a otro lado.

Tenía mi cuerpo de cuando tenía ocho años, pero no era un recuerdo, lo estaba viviendo. Estaba en la mansión Hale, nunca le había visto tan genial, oí una voz que me llamó desde la sala, y la vi sentada, en el sillón más grande. Tampoco la había visto tan radiante y preciosa como ahora, su piel se veía tersa, sus ojos tenían un brillo de fondo especial, al igual que su cabello, era Thalia Hale.

―Hola Stiles, ven y siéntate. ―Me invitó con una voz melódica. Yo me senté en el sillón frente a ella.

―Señora...

―¡Hey! ¿Cómo te he dicho que me llames? ―regaño de buena gana.

―Mamá.

―Exacto, ¿cómo has estado pequeño?

―Mal ―reproché y crucé los brazos.

―¿Por qué?

―Por Derek, es, es... ¡Un idiota! ―grité y bajé la mirada para que no notara que empezaba a llorar.

―¿Qué te ha hecho ahora?

―Lo mismo de siempre, ya estoy cansado, él no me quiere ―murmuré por lo bajo y rompí en un llanto silencioso aún sin levantar la mirada, sentí una cálida sensación de bienestar pues Thalia ya estaba sentado a mi lado. Acariciando mi corto cabello cortado al ras.

―Él me ha hecho sufrir, y yo, y yo, lo odio...

―Shhh... eso no se le dice a nadie, él tiene miedo. ―Yo tenían hipo del llanto.

―¿De qué podría tener miedo? ―pregunté curioso.

―Él también ha sufrido. Con su primera novia que murió en sus brazos. Con la traición en contra de nuestra familia por parte de Kate Argent, el día de la boda y las consecuencias que trajo con ello. Y muy en el fondo tiene miedo de volver a sufrir, por eso es así, compréndelo. ―Ella me levantó el mentón y me miró a los ojos, una mirada cargada de cariño y amor maternal. Mi llanto se detuvo.

―Mira, te daré un empujoncito para que empiecen de cero, ¿qué te parece? ―Y asentí con la cabeza, entonces ella con su dedo índice y el del corazón, tocó mi frente, un toque rápido, casi un empujoncito.

―Nos veremos en alguna otra ocasión, querido ― después de que dijo eso, mis párpados comenzaron a pesar, y a cerrarse, caí en el regazo de Thalia, dormido.

Abrí los ojos lentamente, seguía en el regazo de alguien, pero la tela era de mezclilla, ya no era la suave falda de seda, además de que las piernas eran más grandes. Se oían pitidos.

―Vuelve a dormir Stiles ―escuché a Derek decir. Estaba en su regazo, mis ojos veían borroso, no pude distinguir en qué lugar estaba, pero era muy blanco. Los volví a cerrar de cansancio y quedé dormido una vez más.

Desperté, sentí un calor suave y una textura agradable al tacto, eran las cobijas de mi cama. Abrí los ojos y los tallé, para poder ver mejor. Confirmé. Sí estaba en mi cuarto.

Alguien entró, era Derek, al verlo no sentí el odio crecer en mi interior, ni amor, ni cariño, ni atracción, nada en lo absoluto. Se sentía como entrando a un cubículo completamente en blanco, sin algún mueble en su interior y con una sola puerta que al pasar te llevaba al mismo lugar por donde empezaste.

―¿Qué haces en mi casa? ―pregunté, él me miró con la misma seriedad con la que yo le hablé.

―Creí que preguntarías qué pasó. ―Traté de recordar, pero lo único que venía a mi mente es que después de bajar de la azotea todo se volvió negro y después desperté en el regazo de Derek y luego en mi cama.

―No hace falta saber ―respondí―. Seguro me desmayé de hambre o algo así, llevaba días sin comer bien.

La sorpresa se dibujó en el rostro de Derek, después levantó las cejas y suspiró.
―Sí, eso fue lo que pasó, te llevé al hospital, y te pusieron suero mientras dormías. Además, abogué por ti, para que no te sacaran de la escuela, por daño a las instalaciones, y atentar contra la integridad del profesor, ósea yo.

―Vaya eso explica muchas cosas... Gracias...

―No te adelantes a las cosas, como el director sabe que tú y yo no nos llevamos bien, decidió que estaremos varios días juntos hasta que nos sepamos sobrellevar.

No sé qué quiso decir con varios días... ¿un mes?, es más se me figuró que no sólo iba a ser un mes, sino varios meses, juntos, a diario...

¡Tenía que ser una maldita pesadilla!

Si que iban a ser unos largos meses...

Nota de Autor:
Fecha de publicación original: 10 de febrero del 2015

1ra edición: 29 de marzo del 2015

2da edición: 19 de julio del 2020

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