¡Stiles! Relájate.

10.1K 692 52
                                    


 

Capítulo Cinco.

Me acerco a él.

—¿Qué quieres? —Mi tono es enojado y firme, giro sobre mi eje para verlo.

—No te califiqué —dice con una expresión, que si no es seria tampoco es feliz, ni agresiva, no lo sé, quizás neutral.

Lo veo con cara de "No me chingues". Mi boca se abre unos segundos y después mis cejas casi se juntan. Estoy tan enojado que mi voz podría explotar mil cosas en contra de su maldita persona. Porque se merece que le grite con todo mi dolor y sin embargo, tampoco quiero hacerlo frente a tantas personas, lleno de pintura verde. Sería extraño y vergonzoso.

—¡¿Es enserio?! —Grito—. Diablos, toma el maldito libro, mañana me lo devuelves, ya me quiero ir. —Paso mi mochila hacia enfrente, sobre mi pecho, me apresuro, soy rápido como el efecto Doppler.

Saco el libro de mi mochila demasiado violento, está pesado pero no importa porque pronto estará en sus sucias manos llenas de vellos.

—¿Qué hay del entrenamiento de Lacrosse? —pregunta tosco, como si fuera más una orden mal formulada que una pregunta.

—Sabes perfectamente que siempre estoy en la banca. —respondo y la mentira sale sola y natural. Desde hace mucho tiempo yo ya no estoy en la banca.

—Tienes que entrar a las clases que siguen —ordena esta vez después de coger el libro, se cruza de brazos, se acomoda como mejor sabe.

Sus ojos penetran los míos, no puedo contenerlo por mucho tiempo, su mirada siempre me ha hecho temblar de muchas formas diferentes, tengo que salir de esta situación de una vez o...

—Y si no quiero ¿qué harás al respecto? —Le reto manteniendo aún mi mirada llena de determinación, entrecierro los ojos un poco más.

Nos quedamos viéndonos de esta forma tan belicosa por varios segundos, sus ojos siguen siendo igual de bellos como siempre... Empiezo a perder la fuerza, voy a quitar la mirada en cualquier momento.

—Por esta vez te dejaré ir, sólo porque estás repleto de pintura; pero no te volverás a saltar las clases —dice apuntándome con el libro, se gira y retira la mirada, se mete al salón, su camisa se contrae con tanto musculo en su espalda y brazos cuando abre la puerta con fuerza, se mete al salón, la puerta se cierra y yo vuelvo a respirar, por un segundo creí que se daría cuenta que... Que se daría cuenta de que... A pesar de todo, le sigo queriendo, por eso me duele tanto...

Me dirijo hasta el estacionamiento, las personas se me quedan viendo como si tuvieran un mal depilado de cejas. Estos últimos intento no pensar mucho en mi apariencia, bueno, más bien, tengo poco tiempo como para pensar en mi aspecto, así que sólo miro al frente e ignoro las miradas de las personas.

Entro al Jeep. Ya no estoy triste, de hecho, estoy enojado, el maldito amor es una mentira; se acabó en Allison y Scott, aunque los demás siguen vigentes... Además lo mío es un amor no correspondido. Se paga con la misma moneda Derek, te voy a devolver todas y cada una de las cosas que me has hecho.

El camino se me hace más corto que de costumbre, ciento que algo se retuerce dentro de mí, me gusta cómo se siente, es como mi nuevo yo malo surgiendo, mutando dentro de mí, me gusta. Aspiro el aire, sería bueno si no oliera a pintura.

Me acerco a mi casa, las hojas secas truenan bajo las llantas de mi Jeep, bajo la velocidad, piso el freno, se detiene. Me quedo un momento aquí sentado, el silencio y la tranquilidad es mi única recompensa, la paz, me reconforta, es como si me diera un masaje al cerebro. Recargo mi frente en el volante, miro mis pies. Cierro los ojos y suspiro.

Toda Una VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora