capítulo trece

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Y después de ese día me desvelé noche tras noche, me buscaba trabajo por hacer si era necesario. Aumenté las horas del gimnasio y mi cuerpo notaba el cambio, si estaba más delgada pero aún no lograba mi meta. El proyecto que llevé a cabo con Harry está quedando más que perfecto, está superando mis expectativas pero lo extraño. Esa tarde me envió flores con una nota diciendo que fue un gusto pasar el tiempo conmigo y que quería mantener la amistad que construímos.

Amistad.

Que palabra más cabrona podía llegar a ser. Le di tantas vueltas al asunto hasta que me dormí, siendo de esas personas reservadas que les cuesta llegar a alguien de la manera en que lo hice con Harry, esto me carcomía y es la principal razón por la que me he dedicado a mantenerme ocupada las veinticuatro horas del día. 

Aada viene en camino a mi departamento para que la ponga al día sobre lo que pasó, sin embargo, yo había firmado un contrato de confidencialidad y no sé si esto entraba en lo que no podía contar, quizá la parte de la sesión de fotos y mostrarle el trabajo que hicimos la dejaría satisfecha, tampoco me sentía preparada para dejarlo salir de adentro y aunque mi mejor amiga conoce todos mis problemas, le ha costado sacarme los temas más duros.

Preparé una pizza, mitad vegana y mitad napolitana con una masa baja en calorías, receta nueva que espero y le guste, se quedaría conmigo esta noche y mañana iríamos juntas a su casa. Malibú, el sector de la playa donde la pasé tan bien pero no logro descifrar porque esos recuerdos se quedaron en mi mente. Él me atrae físicamente, eso lo aseguro pero no quiero sentir nada, sentimientos significa salir dañado y salir dañada me llevaría a recaer en mis años de adolescencia, los propios traumas que yo misma creé. 

Puse la parrilla en el horno cuando me avisó que venía en camino, coloqué vasos y servicio encima de la mesa. Me distraje viendo un capítulo de una seria esperando que la comida estuviera lista y que la pelirroja llegara. No tardó mucho pero me bombardeó de preguntas de inmediato, si no fuera ella, ya la hubiese mandado a la mierda. La quiero bastante, es como la parte extrovertida de mi persona.

— ¿Te gusta? —Me atraganté con el trozo de pizza que había mordido—. ¡Kayleah, te gusta!

—No, Aada tienes que dejar de tomarme por desprevenida, serás la causa de mi muerte —exageré—. No me gusta, es un buen amigo, además nos conocemos hace cuanto ¿dos meses? Y nos hemos visto menos. 

—Eso no quita que te puede gustar, yo creo que cualquiera caería y lo digo yo, que lo conozco mucho menos que tú —alzaba sus cejas juguetona, dando a entender que algo pasaba—. Además de que te ha tratado como una princesa ¿por qué sería malo que te gustara?

—Primero; él es una persona al ojo público, bastante contrario a lo que a mi me gusta, odio ser vista por multitudes mientras que Harry disfruta de los gritos del resto y segundo; viaja demasiado, la oportunidad de verlo si es que me gustara, sería mínima y para mí, las relaciones a distancia no funcionan —respiré, bebí de mi vaso de agua y seguí—. Y tercero; jamás podría gustarle.

—Ya vienes con eso —rodó los ojos mostrando su descontento—. Kay, eres una mujer hermosa y en la universidad los chicos estaban locos por ti a pesar de que tenías novio, que por cierto te trataba demasiado bien porque te mereces ser tratada así. Tienes que dejarte llevar, estás en una de las mejores etapas de la vida pero te enfocas en el trabajo y más trabajo, estás en la cima de lo que siempre quisiste llegar con el arte, es momento de que comiences a entretenerte haciéndolo. Esa maldita Rose que te comenzó a explotar porque tienes un talento único, la detesto. Déjate querer y disfrutar de lo que se te presenta en el camino, incluso si ese algo es una estúpida celebridad que te hace sentir bien, que deja que rompas tus límites. ¿Te das cuenta que en menos tiempo pudo lograr que terminaras ese maldito sueño que haz proyectado desde la universidad? Ni Simon, que fue tu musa por tanto tiempo. 

Alive H.S. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora