capítulo cincuenta y uno

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Quería gritar de la frustración, algo había pasado con el archivo del segundo tomo de la revista justo cuando tenía que enviarlo a la imprenta para hacer la primera prueba, de seguro fue porque es el que más he manipulado ya que Simon me ha dado su consentimiento de utilizar las fotografías que le llevo tomando por años como se me plazca. Tenía que cambiar un montón de cosas ahora porque necesitaba tenerlo listo a más tardar a las seis de la tarde complementándolo con mi chequeo semanal con el médico, la terapia grupal y las dos comidas que vienen antes de esa hora. 

Era muy extraño que se me dañaran los archivos una vez listos pero creo que fue cosa del destino para mantenerme ocupada. No había pensado en nada más que en el trabajo y los buenos comentarios que la revista ha estado recibiendo, no dejan de pedir un re-stock del tomo de Harry pero antes de eso quiero aprovechar la buena fama y lanzar esto que estoy arreglando. He subido las historias donde nos etiquetan y verdaderamente ha quedado perfecta, tal y como me la imaginaba; toda esa inversión y andar corta de dinero valió la pena, dejar Vogue y aventurarme no hizo más que traerme cosas buenas, entre ellas entrar en mi recuperación porque si no hubiese salido de ese lugar de gente perfecta estaría ahogándome en mi miseria. 

La panza si ha crecido y todos lo notan en esta planta donde no me conocían, mi compañera de cuarto sigue siendo tan amargada como el principio y siento que me juzga con la mirada por estar embarazada. A Silvia poco la he visto y eso me entristece, sigo esperando el día en que la trasladen a la primera planta, poder mostrarle las fotos que nos tomamos aquel día y contarnos lo que nos ha pasado en la ausencia de la otra.

— ¿Kay, estás ahí? —Despego mi vista de la pantalla para ver a mi enfermera de turno, siempre tan atenta y carismática—. Ha llegado visita inesperada, te esperan en el pasillo principal.

— ¿Quién es? —Frunzo el ceño y tomé un espejo para ver si estaba presentable.

—No puedo decirlo —se encogió de hombros y desapareció de mi vista; desde que estoy en la parte de los casi rehabilitados que no me escoltan hasta las afueras.

En cinco minutos me arreglé como pude porque no quería que ni siquiera mi madre me viera en el estado deporable que me encontraba por estar arreglando la maqueta de la revista, dejé mis lentes descansar en el puente de la nariz por el ardor que tenía en los ojos y me encaminé sin siquiera dirigirle la palabra a la mujer en la otra cama, si bien Jailean estaba a nada de salir de este lugar, se la pasaba acostada o durmiendo después de cada comida, pocas veces la veía en las terapias grupales o pasear por el sendero. 

No di muchas vueltas a quién podría ser que me visitase sin avisar antes porque seguía con el tema de tener lista la revista para la noche, estos imprevistos me quitaban el tiempo que necesitaba para estar al día con mis pendientes. 

Harry estaba ahí con sus pantalones a la cintura y una camisa suelta de colores, aún afeitado y con el contraste de la luz en su cuerpo. Sonreí con pena porque otra vez iba a tener que ocultarle que llevó un bebé suyo en mi vientre, porque era mejor así, esa era mi decisión final. 

—Kay —me abrazó e intenté que fuera corto—, te ves muy bien.

—Estoy muy bien, gracias —fui sincera—. ¿Tú? ¿Cómo estás? Por lo que veo siguen con el rodaje de la película.

—Todo va de maravilla —sus palabras me dolían pero estaba convenciendóme de que eso es correcto—. Es bueno verte de nuevo.

Le indiqué que saliéramos a dar una vuelta, aún me picaba la mano por tomar la suya o simplemente apoyar mi cabeza en su hombro aunque apenas alcanzara su extremidad. 

—Quiero confesarte de que me ha encantado el trabajo que hiciste con aquellas fotos que tomaste, a la gente le encantó también, estoy muy feliz de que haya resultado —lamió sus labios porque eso hacía cuando intentaba sacar temas de conversación—. Felicitaciones.

Alive H.S. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora