capítulo veintiuno

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Creo que ambos llegamos a que a mi también me gustaba más Italia, sobre todo este pequeño pueblo en donde nos quedamos. Una semana más y volveríamos al caótico Londres, es parecido a estar en Nueva York, aunque me encanta esa ciudad, más que nada por los recuerdos que cargo ahí.

Estoy haciendo un bolso lleno de cosas de camping, a Harry le ha dado la locura de querer acampar y me llevará a una montaña que tiene un montón de lagos pero tenemos que subir caminando y me advirtió que al menos estaremos tres horas en ruta para llegar al punto exacto, además tendré que cargar con mi cámara, unos lentes y el trípode porque según él se pueden apreciar las estrellas y la luna como en ninguna otra parte del mundo –lo cual puede ser una exageración, ya que de seguro hay otras montañas y lugares dónde se aprecia el cielo nítido. 

Él se ducha mientras que igual guardo unas cuantas prendas para él, es muy quisquilloso con que le toquen el armario pero me ha dicho de que si queremos disfrutar esta salida express, necesitamos estar cómodos, ser rápidos y partir rumbo a no sé dónde. Me gustaría decir que soy buena aprendiendo nombres, ya sea de personas, ciudades, pueblos, etc. pero sería una vil mentira. Las fechas las tengo en mi cabeza por el simple hecho de que me pone nerviosa no tener el resto de mis días organizados, si no, también los olvidaría. 

Harry me rodea con sus brazos húmedos y me exalto ante el tacto frío del agua. Lleva puestos sus bóxer, nada más.

— ¿Estás lista? —Me pregunta con el aliento chocando en el costado de mi cara, aún no me doy vuelta.

—Me ducharé también —respondo doblando su última prenda de ropa—. ¿Está bien haber echado algunos buzos y camisetas ligeras? Para la noche nos las arreglamos con las mantas, de seguro durante la luz del día debe hacer un calor insoportable. Creo que me faltarían piezas de baño para ti, no sé dónde las tienes, y tu ropa interior.

—Gracias, Kayleah —besa mi mejilla y me deja ir hasta el baño—. En el camino pasaremos a comprar algo para comer, no necesitamos muchas cosas.

Me quito la pijama quedando solo en mis bragas, el espejo me muestra mi pecho pequeño y mis costillas marcándose en la piel. El estómago lo tengo firme por las incontables horas que pasé en el gimnasio. Me gusta lo que veo pero se me quita esa sensación de estar bien conmigo misma de inmediato, ojalá hubiese sido más alta, que mi cintura fuera más marcadas y que mis muslos no tuvieran esas marcas de la primera vez que bajé drásticamente de peso. No sabría que hacer si mi cuerpo se agrandara después de tanto que he logrado. 

Entro a la ducha antes de que mi mente vuelva a ganarme la batalla, sé que tengo que trabajar mucho en mi autoestima y que los últimos meses han sido difíciles entre mi paz mental y física. También me he dado cuenta que el apetito no me falta, esto de estar siendo observada por alguien las veinticuatro horas del día me hacen ocultar mi problema y prácticamente obligarme a comer. Aún está muy presente, más de lo que me gustaría admitir y me encantaría encontrar una razón para deshacerme de él ¿por qué es tan difícil? 

Esta vez evito mirarme en el espejo y me seco lo más rápido posible, cojo mi cabello en una cola alta ya peinado. Salgo en toalla y Harry me observa desde la cama desviando la atención del móvil. Me hace un gesto con las manos si es que debe salir de la habitación, yo murmuro un casi inaudible por favor. 

Sé que a este punto puede llegar a ser cansador, él debe estar sexualmente frustrado por las veces que he parado y pienso que tiene un cierto grado de fidelidad a esto que estamos creando. No es que yo no quiera tenerlo, incluso debo conformarme con masturbarme cuando estoy sola, con una camiseta grande que cubra cualquier parte que pueda generarme mi propio rechazo, me encantaría poder darle placer al castaño pero ni mi cuerpo ni mi mente están en un buen lugar pata ser vistos. Ni siquiera puedo mostrarme en ropa interior, nada, mi cabeza me va a repetir una y otra vez que repugno.

Alive H.S. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora