capítulo cuarenta y cuatro

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Luego de que nos diéramos cuenta de lo mucho que hablaron de esa noche, decidimos olvidarlo y prepararnos para Nueva York, sin embargo, tuve una crisis, me disculpé con Anne asegurándole que yo no me comportaba así y estuve en contacto a diario con la psicóloga incluyendo una sesión. No me sentía del todo lista para un viaje tan extenso al otro extremo del país pero quería pasar tiempo con Harry y con su familia, me han acogido muy bien y aunque después del bochorno me quedé a diario en mi departamento, me ofrecían que siguiera ahí y que les gustaba mi compañía. 

La esposa de Jeffrey nos llevó al aeropuerto en una van de su trabajo, él igual iría con nosotros a la gran ciudad. El invierno en lo extremos era muy diferente, probablemente en la gran ciudad ya había nieve, o estaba muy cerca de nevar por lo que llevaba lo suficiente en una pequeña mochila para salir del aeropuerto una vez que arribemos en nuestro destino. 

El check in lo hicimos por una zona más privada, donde nadie pudiera molestar aunque al ser un aeropuerto tan grande, de igual manera reconocieron a Harry y lo saludaron, por suerte no se detuvieron a pedir fotografías porque quedamos cortos de tiempo, nos teníamos que apresurar.

Nunca había viajado en un vuelo privado, la diferencia de espacio en cada asiento era muy notorio; la primera en quedarse dormida fue Anne apenas estuvimos en altura mientras que Gemma leía algo. Harry acariciaba mi cabello mientras yo miraba por la venta, volver a Nueva York era extraño porque ha pasado bastante desde que puse un pie en la gran ciudad, debo admitir que en invierno, por más frío que fuera, era maravilloso desde cualquier ángulo. Podría tener unas buenas tomas con mi cámara, tal vez me vuelva esa inspiración y a seguir trabajando en futuros proyectos porque pienso que cada vez me quedo con menos ideas ¿y si llego a tener éxito con la revista pero luego no tengo que más publicas? Eso me perjudicaría y no me gustaría que después se volviera una de esas típicas publicaciones comerciales, tal vez colaborar con fotógrafos que se adapten a mi idea sea bueno en el futuro, así también se apoya el talento local. 

No debería estar pensando estas cosas cuando ni siquiera tengo una fecha exacta para el lanzamiento. 


Las seis horas de viaje se pasaron lento, estaba más ansiosa por ver mi desordenado departamento y arreglarlo antes de que pudieran entrar que irme a recorres. 

Me daba un poco de pena dejarlos para que se fueran al hotel pero si tenía un lugar donde quedarme, que era propiamente mío, no iba a desperdiciarlo. Me gustaba ese pequeño espacio en Brooklyn, mi yo recién graduada estaba feliz con el lugar. 

Harry insistió en que ellos me irían a dejar en la van que nos recogió, a pesar de reiterar que estaba bien que nos fuéramos a Greenwich street y de ahí tomaba el metro que me dejaba a donde necesitaba ir. 

—Mañana vendré por ti temprano, quiero que conozcas y sepas donde nos quedaremos también —me guiñó el ojo y picó mis labios con los suyos frente a las dos mujeres—. Que tengas una bonita noche y no te quedes hasta tan tarde dando vueltas —advirtió—, enviaré comida en un rato para que cenes, te quiero.

—Nos vemos mañana —fue lo único que respondí por la vergüenza, mis mejillas estaban completamente rojas.

Saludé al conserje del edificio, que por fuera se veía largo y angosto y por dentro también era así. Él me preguntó dónde iba, por supuesto que no me conocía si en estos años deben de haber cambiado cuantas veces a la persona encargada del lugar. Le mostré mis llaves y mi identificación, ahí se dio cuenta que pagaba los gastos comunes correspondientes de forma mensual; eran bastante bajos donde no los utilizaba. 

Al abrir no me sorprendí por la cantidad de polvo que se levantó; menos mal, antes de mudarme a California pensé en las cosas que más acumulaban ácaros y los tapé con una sábana y las alfombra las eliminé y terminé vendiéndolas en una feria libre a la cual me encantaba ir los fines de semana. 

Alive H.S. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora