capítulo ocho

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Kayleah

Mi cuerpo no daba más, mis piernas dolían al caminar y mis ojos estaban a punto de cerrarse solos en mi escritorio del trabajo. Aún sin tener a un buen editor, el peso laboral era el doble para mí. Anoche terminé tarde y con Aada nos quedamos varadas en el tráfico, intenté avisarle a Harry que llegaríamos después de que comenzara el concierto pero no recibí ninguna respuesta de su parte, de seguro ya estaba listo para comenzar. De todas maneras la experiencia fue única, disfrutaba de la música en vivo y la euforia del público, tomé fotografías de las que extrañaba más; momentos felices. Había llegado cerca de las una casa a revelarlas en el cuarto que designé para eso cuando me mudé y ya a las cuatro de la mañana emprendía mi camino al gimnasio, mis horas de sueños se vieron reducidas a no más de dos y ahora se demostraba.

Kris no dejaba de hablar del próximo artículo, preguntándome sobre si esto debería ir así, qué palabras debería cambiar. Definitivamente me iba a explotar la cabeza durante este día, no hallaba la hora de terminar con el horario e irme a dormir una siesta, podría avanzar con lo que no estoy haciendo en este preciso instante una vez descansada y con mi mente clara.

— ¿Me estás escuchando? —Mi compañera se hizo la enojada y mis ojos veían cómo Charles se aguantó la risa—. ¡Eres mala! Esto es importante.

—Lo siento, Kris —refregué mi cara con las palmas de las manos—. Creo que necesito unas vacaciones.

—Ni pienses que Rose te dará vacaciones pronto, aún no encuentran a nadie que cumpla con los requisitos para el puesto, aunque sabes que si yo supiera lo que tú sabes no dudaría en cubrirte un par de días —se encogió de hombros—. Te las mereces pero habrá que ser pacientes o te buscas un editor.

—Necesito un viaje —admití, hace días tenía esa idea de salir de California, incluso si era para ver ese viejo departamento en Nueva York que mi padre compró y no tuviera que pagar alquiler mientras trabajaba en la gran manzana, era una porquería pero mi puesto en la agencia no era bien pagado y tampoco quería morir de hambre—. No sé cómo lo hacen para tener todo tan adelantado, siento que yo avanzo y avanzo pero sigo atrasado.

—Es porque nunca es suficiente, ni para ti, ni para Charles, ni para mi —acarició mi cabello—. Esto nos llevará lejos algún día, por eso lo hacemos ¿cierto?

Amo lo que hago, mi trabajo es siempre lo que quise.

Esas palabras se repetían un par de veces al mes en mi cabeza para motivarme a seguir adelante; me gusta mucho mi rincón de revista, soy afortunada de tener un puesto en este lugar porque el producto es de los más importante alrededor del mundo, pero, mi sueño siempre fue ser una fotógrafa independiente que pudiera compartir con libertad mi contenida. Demasiado tímida e insuficiente para siquiera crearme un perfil destinado a ello. Me comía la cabeza entrar a mi cuenta personal y no añadir otra, con ese nombre que he tenido guardado desde que entré a la universidad, ocupado por nadie. Algún día mi autoestima sería suficiente, mostraría al mundo mis proyectos guardados de todos estos años, espero que así sea.

Mañana vendrían un grupo de modelos, se acercaba la promoción para los Fashion Week alrededor del país y Vogue ofrecía este tipo de servicios donde normalmente nos juntábamos la mayoría de los fotógrafos de la compañía. Varias marcas conocidas mandaban a sus representantes en busca de talentos que pudieran representarlos en las pasarelas, esta era una única ocasión por temporada donde los candidatos no debían volar hasta quizá el otro lado del país para tener su audición. Desde que comencé aquí decidí solo atender a mujeres en este tipo de eventos creando un ambiente cómodo y de confianza, hacerlas sentir seguras es uno de mis mayores logros en esta sucia y prejuiciosa industria.

Alive H.S. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora