capítulo treinta y seis

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Llegó el ansiado Viernes donde saldríamos los chicos, Harry y yo. Estaba feliz de volver a verlos aunque extrañaría la presencia de Simon, él desde la universidad que ha sido más cercano a mí. 

Esta noche quería producirme más; ponerme unos lindos tacones y un pantalón gris que terminaba ancho mientras que arriba se apegaba a mi piel. Para arriba usé un top verde que dejaba ver la piel de mi abdomen mientras que mi ombligo era tapado por el botón de la otra prenda. Me cubrí con una chaqueta gris del material similar al pantalón. Me maquillé los ojos, apliqué corrector en mis ojeras y puse brillo en mis labios. Me gustó el resultado y fui feliz tomándome unas fotografías frente al espejo, a las cuales un Harry con mucho color caqui encima se sumó.

—Combinamos —me reí besándolo después de las fotos.

—Tenemos esa conexión que nosotros dos sabemos —me guiñó el ojo y tomando mi mano me guió hasta afuera. 

Como la playa no se encontraba tan lejos, el frío era más helado. Esta vez quedamos en un restaurante cerca del puerto, comida de mar; decidimos que era un buen lugar ya que Harry no come carne ni pollo y se sentiría fuera de onda si nosotros teníamos platos más elaborados mientras que él llevaría unas papas fritas o qué se yo. Mis amigos fueron muy comprensivos respecto al tema.

Simon me habló la noche anterior contándome que aún le quedaban meses afuera del país y que nos extrañaba, que apenas tuviera un espacio libre volaría hasta aquí para asistir a nuestras rutinarias juntas.

— ¿Segura de que no es problema si llegan a fotografiarnos? Más de una persona me reconocerá, aunque a mí ya me de lo mismo porque me encantaría ir a todos lados y poder besarte, agarrar tu mano —lo corté.

—Claro que sí, ya te he repetido que estoy decidida a aparecer en público contigo —dije mientras tomaba lo necesario para irnos—. ¿Listo? —Solo asintió.

Iríamos caminando y para volver estaba decidido en utilizar el transporte público, a esa hora ni había gente rondando porque Santa Mónica podía ser bastante peligroso en la noche; en caso de emergencia utilizaríamos Uber. Me quedaba a unos cuarenta minutos caminando pero se hacía ligero, sobre todo con la brisa del mar y la calidez del sol escondiéndose. 

La mesa fue reservada a mi nombre en la terraza del segundo piso; los viernes son bastante caóticos en el puerto. Fuimos los primeros en llegar y nos dieron vino de la casa para esperar al resto. No era mi trago favorito, sin embargo, lo disfruté porque se bebía en situaciones románticas y seductivas, yo me encontraba con el acompañante perfecto para compartir una copa.

Aada y Conor llegaron unas quince minutos después, quise preguntar sobre cuándo me iban a presentar a sus parejas pero si no estaban aquí era por algo. La pelirroja no mencionó al hombre con el que se estuvo viendo antes de irme de viaje y mi amigo mantenía muy oculta su relación, ese lado chismoso en mí deseaba indagar por qué tanto misterio. 

Harry congenió, como siempre, rápidamente. Nos sirvieron nuestros platos después de unas cuantas copas; íbamos en la tercera botella de vino, ya que era el perfecto acompañamiento con los mariscos y pescados. Nos reímos bastante y nos pusimos al día.

Logramos irnos en un bus que dejaba justo al frente de mi complejo de apartamentos, por fin a descansar aunque no fuera un día tan movido. El alcohol me dejó un poco aturdida y agotada, mientras que Harry parecía más energético que nunca, tanto que nos llevó a revolcarnos entre las sábanas por un accidente al querer cambiarme la pijama, caímos por estar riéndonos a carcajadas. 


Desperté olvidando mi desnudez y caminé libremente al baño, creo que fue el peor error porque me entraron los nervios al ver mi cuerpo. Se supone que esta visión gorda, porque escultural de mi misma había desaparecido, habían pasado semanas desde la última vez que me vi así frente al espejo. No sentía que fuera a darme un ataque de pánico pero la necesidad de tener algo en mi boca me llevó a mi despensa de golosinas y agarré dos bolsas de chips junto a un chocolates después de taparme con una bata de baño.

Alive H.S. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora