Capítulo treinta y ocho

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Harry

Me estuve distanciando un poco de Kayleah por salud mental, me preocupaba de sobremanera y eso no me estaba haciendo bien, incluso me vi afectado en los ensayos de la nueva película por estar pendiente del móvil o pensar en ella y en las facetas de su enfermedad que he visto. Amelia, su psicóloga, fue muy puntual al decirme que si pasaba por una crisis sola podría llegar a dañarse porque, aparte de tener problemas alimenticios, sufría de baja autoestima e incluso sospechaba de una leve depresión. Yo quería mucho a Kay y no podía dejarla, no así.

Hoy quería despejarme, poder pensar bien a qué me está llevando todo esto y analizar la situación de mi entorno, por lo que transitaría en coche las calles de Los Ángeles e iría a hacer deporte a uno de los tantos senderos que posee la ciudad. Por fin tenía mi coche conmigo, y aunque fuera antiguo estaba en perfectas condiciones. 

La casa de alquiler era muy solitaria, me estaba quedando ahí la mayor parte del tiempo y cuando podía iba donde la castaña a dormir. Los ensayos cada vez son menos pero entre tanto proyecto que se me está dando las horas demasiado rápido y de repente era de noche, no tenía suficientes energías para ir a Santa Mónica y mi terapeuta me recomendó preocuparme por mi mismo, tener mi espacio y si me sentía bien, hacerlo por el resto. 

En el piso de Kayleah se encontraba la mayoría de mi ropa por lo que no era necesario andar con un bolso con un cambio. Esta noche la iría a ver, a pesar de que lo único que hacemos es dormir, levantarnos e ir a trabajar. 

Hace poco me contactaron para protagonizar otra película y no dudé en decirle a Jeff que quería tomar el papel. No estar de gira permitía desarrollarme en otros aspectos que me gustaban desde el principio pero nada se compara a estar arriba de un escenario compartiendo con personas que desconozco y me llenan el alma. Escuchar corear las canciones que con tanto esfuerzo he escrito y que se aprendan aquellas que jamás saldrán a luz. Ya tendré que ponerme las pilas para comenzar de nuevo, aunque quiero darles la sorpresa de un nuevo disco, no sé cuándo pasará realmente.

Esa noche al ir al club vi a la Kayleah que conocí al principio, ella estaba soltándose y aunque me comentó antes sobre su ansiedad social, parecía que eso también se había esfumado. Se le notaba de mejor animo desde ese día pero desconocía si volvería a recaer. Verla vendarse, desfigurar su cuerpo, me tocó el nervio sensible y tuve que parar ahí. Me dolía verla así, que sufra tanto por su apariencia siendo que tiene tanta belleza interna como externa; al tocarla siento sus huesos asomarme por su piel y veo a una persona distinta. Verla tan distraída bailando me hizo llevar mi fe al máximo de que se recuperará.

Se notaba que el invierno llegaba a la costa, aquí no llovía demasiado y tampoco había nieve a menos que fueras a zonas como Lake Tahoe. El frío helaba más de lo normal, en el día se asomaba el sol y casi nunca estaba nublado. La gente iba a su marcha sin esperar mojarse, todo lo contrario a Londres que prácticamente el año entero debías llevar un paraguas en tu bolsa.

Llegué al sendero y me deshice de la parte inferior de mis pantalones que se convertían de forma fácil en shorts, conecté los audífonos de cable a mi móvil y con el aleatorio comencé a calentar los músculos de mi cuerpo. Ya pronto estuve trotando ida y vuelta hasta llegar al coche; necesitaba una ducha con urgencia. 

En tiempo récord estuve en casa, me aseé y me puse un pantalón blanco con una camisa manga larga a rayas azules y blancas. Me gustaba andar en coche cuando no había tráfico y era el día perfecto para eso, visitaría a Jeff, discutiríamos un par de cosas sobre la nueva Arena en Manchester, de la cual no solo me nombraron como la cara visible, también estaba poniendo parte de mi capital para que fuera construida. De la siguiente película, un par de detalles y que sería de mí junto a la música; no deseaba retirarme de ella por nada en el mundo pero si no quería que la gente me olvidara, necesitaba darles material.

Alive H.S. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora