VIII

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Camila había atravesado un pasillo con unas paredes de un color crema claro, acompañado por solamente dos puertas de madera algo anticuadas. No recordaba la última vez que había venido de visita a la casa de su madre. No desde la muerte de su tan adorado padre.

Recuerdo que causaba gran pesar para ella.

Su padre era una persona muy bondadosa y amada por quien lo conociera, no era un viejo fastidioso que cualquiera evitaría, era muy divertido, tenía aproximadamente unos sesenta y siete años de edad, cuando un fulminante y no avisado infarto tocó su frágil corazón. Fue muy duro para todos.

-Mamá...- dijo tras un suspiro- Quiero que tú me digas que pasó- decía ella en un tono firme y autoritario.

-La verdad no lo sé, lo había dejado bañándose en la ducha, fui a buscar un regalo que tenía para él en la cocina, no recordaba donde lo había puesto y por eso me tarde un rato, cuando lo encontré escuche a Thomas gritar el nombre del "amigo imaginario" ese que tiene. Cuando llegue al cuarto de baño me lo encontré medio inconsciente en el piso de la regadera- la señora hizo una pausa, analizando sus ideas- estaba todo congelado. Luego escuché el timbre, pero sólo esa vez sonó, no escuche otros tantos como tú dices.

- Mamá de verdad, estuve bastante rato tocando la puerta y llamándote, no me explico cómo no lo escuchaste, creo que la edad ya te está alcanzando.

- Otra vez con eso, yo estoy bien, y por última vez el timbre sólo sonó una vez.

El ambiente se estaba poniendo tenso, que hasta costaba respirar. Las personas generalmente cuando están molestos, desprenden una energía negativa que aviva la llama de la ira lo cual ocasiona que les cuesten respirar si están en una habitación cerrada y sin ventanas.

- Mamá estoy preocupada por mi hijo- continuó- ya no sé qué hacer, lo he llevado aun psicólogo infantil, he tratado de que socialice con otros niños pero no ocurre nada... Pienso que estoy haciendo algo mal...

- Hija... No te tortures así, recuerdo que tú también tenías amigos imaginarios.

- Si, pero ellos no me hacían daño como lo hace Danny con Thomas. La última vez que apareció sólo fue para mal, él había despertado, lo hubieras visto, todo agitado y asustado gritando algo de un disfraz ya ni me acuerdo, pero el punto es que lo dejó traumatizado y yo me sentía tan impotente no podía hacer nada, justo así me siento ahora.

La madre se acercó a su hija. La abrazo.

- Otra cosa hija, Thomas me dijo que esta vez no era Danny sino una mujer y que tú la conoces. Eso sí me preocupo un poco, me dijo que ella fue quien la asustó.


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