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Sus pasos se volvieron huecos, la infinidad del pasillo se hacía cada vez más lejana. Sus pequeñas manos cubrían su rostro y una delgada gota se escapó entre ellas, pero sin demora alguna tomo parte de su manga y secando rápidamente la lágrima miro decidido la escalera.

- ¿Por qué no lloras?- dijo una figura alta a sus espaldas, Danny.

- Ya me canse de llorar...- dijo el pequeño con sus ojos profundos.

Una sonrisa ladeada se dibujó en el rostro de Danny. Tomo al pequeño de los hombros y se acercó hasta su oreja.

- Cada lágrima enseña a los mortales una verdad.

Una lágrima salió.

- ¿Esa que me enseña? ¿Que soy un cobarde? ¿Que solo soy un niño débil?

- Las lágrimas no son señal de debilidad, es mejor llorar, pero esa lágrima no es por que seas un cobarde, ni un chiquillo débil, te haré una pregunta... ¿Por qué estabas llorando?

El pequeño se dio la vuelta y miro al centinela. Cerró sus ojos por un largo rato y después los volvió a abrir.

- Porque siento impotencia; siento impotencia al no poder hacer nada, siento impotencia porque sé que algo malo me va a pasar a mí, a mamá y a papá, siento impotencia porque no podre protegerlos contra... La cosa.

- Esa lágrima es de coraje y es la que te va a impulsar y dar fuerzas para seguir adelante.

Otra lágrima salió.

- ¿Y esa por qué es?- dijo el pequeño.

- Porque tengo razón.

Un escalofrió paso por la espalda de Thomas, y sus claros ojos corrían en todas direcciones, una descarga de adrenalina lo sacudió y parando sus ojos en los de Danny dijo:

- Ella se acerca...

- Corre... Yo la detendré.

El pequeño retrocedió un par de pasos al notar como los ojos de Danny se ensombrecían. La sonrisa que había en su cara se esfumó y con un deje de preocupación insistió para que el niño se alejara de aquí.

- ¿Que estas esperando?

El pequeño poso sus ojos en el pie de la escalera, sabía que ella avanzaría por allí, el miedo lo había atrapado y sus pies no se podían mover y su boca no podía musitar una palabra. Su cabeza se había ido, y lo único que en ella había era una voz... Pero una voz lejana, como la de un sueño, un recuerdo quizás...

Jugar...

El constante movimiento que le proporcionaba Danny hizo que saliera de ese mundo. Y enfocando sus ojos retrocedió otro paso.

- ¿Qué hago? - dijo Thomas.

- Escóndete... Y no salgas hasta que yo te encuentre.

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