LXVI

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Jean se movió hasta el asiento delantero del auto y metiendo la mano debajo del puesto del copiloto sacó dos armas de bajo calibre. Una pistola ametralladora. Un arma pequeña y fácil de ocultar. Y un revólver calibre 22. Chika se acercó hasta Jean y susurro algo en su oído. Seguido la joven de cabello plateado fue hasta Thomas y de igual forma se inclinó para susurrarle algo en su oído pero este se apartó antes de que ella pudiera siquiera hablar.

Con una interrogante en el rostro Chika inclinó su cabeza y después dirigió su vista hasta Jean Louise.

- ¿Sucede algo, Thomas?

- Ella no es Chika. -dijo el pequeño sin despegar sus ojos azules de los grises de ella. - Mi abuela escribió que ella fue absorbida. Ella no es la verdadera Chika. ¿Quién eres? O mejor dicho ¿Que eres?

Jean apretó sus labios. Suspiro y caminando en dirección a Thomas.

- No tenemos tiempo para esto Thomas.... Por si no te has dado cuenta hay un huésped en la casa y ya es hora de que se vaya.

- ¡No! ¡Necesito saber que sucede! ¡Tengo demasiadas preguntas! Y siempre que exijo respuestas ustedes ponen una excusa cualquiera. Estoy harto de no entender que pasa, de no saber lo que sucede. ¡Quiero respuestas!

- Díganle... - dijo la suave voz de una mujer.

Cubierta entre sombras la figura de una mujer compuesta de un espeso humo negro se hizo denotar, su cuerpo se tambaleaba, no podía mantener el equilibrio, su columna era como goma y su cuello caía tras un par de segundos de erguir su cabeza. Parecía un muñeco de hule. La criatura de humo se acercó sólo un poco más, sus brazos y piernas eran sólo huesos. Sólo algunas partes eran cubiertas por carne y tejidos.

- El niño tiene derecho de saber - volvió a hablar - oh Jean... Que bajo has caído... Mírate, ¿cuánto te cuesta mantenerla aquí? Thomas, ¿así que quieres saber todo? Pues te contaré una historia - la criatura se movía lento hacia el niño, y Thomas seguía sus movimientos sin poder quitarle la mirada- Thomas- Había una vez una hermosa y tierna niña que vivía con su amado padre... Su madre había muerto así que unos años después se volvió a casar. Pero lo que no sabía era que la mujer sólo quería a su hija, porque como imaginarás esta era como tú. -sonrió- ¡Thomas!- Especial. Y a los niños especiales hay que darles un trato especial.

Sin darse cuenta el pequeño estaba a sólo un par de centímetros de la cosa, sus ojos lo habían hipnotizado, lo habían hechizado y ahora sólo podía estar al pendiente de ellos.

- ¡THOMAS!- grito otra vez Jean.

Un disparo se escuchó, y tras el estruendo Thomas volvió en sí. La carcajada del ser resonó con fuerza y el pequeño pudo ver como la perforación de la bala que había acabado en su frente era rellenada. Thomas abrió sus ojos espantado y tras caer al suelo tras un tropiezo se movió con rapidez hasta Jean y Chika.

- Los espero adentro... - fue lo último que dijo antes de desvanecerse.

Thomas miro a Jean y luego a Chika, tenía el corazón acelerado.

- Yo no soy el enemigo, Thomas. Yo solo quiero acabar rápido con esto. - dijo Chika.

Jean observo a todos lados y cuando se aseguró de que no hubiera alguna otra sorpresa volvió al auto y guardo un par de cartuchos, unas especies de pulseras de metal, una estaca, una bolsa llena de pequeñas rocas con escrituras extrañas y lo que parecía un espejo de plata. Cosas que iba guardando en pequeños bolsillos ajustados que descendida por su pantalón negro ceñido a excepción de la bolsa la cual la ato a su cinturón.

-¿Esas balas le harán daño?

- A ella no. Pero a sus creaciones sí. Tenemos que darnos prisa. Thomas, tú te quedas, tienes que cuidar a Samantha y no dejare que te expongas a tal peligro. Chika, vamos.

- ¿Por la puerta principal?

Hubo una pequeña sacudida y la entrada se abrió, una habitación completamente a oscuras se podía visualizar desde donde ellos se encontraban.

- ¿Lista?

- Traeré a Danny. - dijo Chika dirigiéndose a Thomas - Y... Él podría explicarte todo.


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