LXIII

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Alto- dijo como un susurro una voz angelical.

Con un rápido movimiento de su mano la dueña de esa angelical voz detuvo el ataque de Camila paralizando completamente todo su cuerpo. Tomás observó con atención cada facción del rostro de su madre, decaído, con los ojos hinchados y uno que otro moretón.

- Mami...- dijo él acariciando su mejilla.

Ella seguía quita, inmóvil. Tomás trató de zafarse de sus brazos pero están seguían firmes. Volteo su cabeza para observar mejor a aquella que había salvado su vida. Era una niña. Más bien dos niñas. De igual parecido. Las gemelas Samantha y Tara. Tenían su habitual vestimenta y sus trenzas. Thomas abrió su boca y con un chasquido por parte de ambas el agarre de Camila cedió y Thomas retrocedió rápido.

- ¿Ustedes... ustedes que hacen aquí?

- Salvarte - respondieron al unísono.

Estas se filtraron y tomaron rumbo lejos de allí, pero antes de que pudieran alejarse más Thomas corrió hasta ella y plantándose enfrente de ambas exigió saber más.

- ¿Ustedes quiénes son? ¿Cómo entraron aquí? ¿Dónde estoy? ¿Y por qué me salvaron?

Rieron.

- Ya te lo habíamos dicho, tontuelo. Yo soy Samantha y ella es Tara. ¿O ya se te olvido?

- Saben que no me refiero a eso.

Ellas intercambiaron miradas y tomando cada una un hombro de Thomas se acercaron cada una hasta uno de sus oídos y hablando al unísono dijeron:

- Sera mejor que no sigamos aquí. Es una zona muerta y estamos fuera de los rangos de protección. La cosa.... Ella está cerca.

- Niñas.... - siseo una voz. Delicada. - ¿No les han enseñado que está mal irrumpir en propiedad ajena?

Una figura joven, de cabello largo de color negro como azabache y piel blanca se cernía a unos pocos centímetros de ellos. Sus ojos están consumidos por una negrura y sus ropas de igual color. Sombra.


- Ya nos íbamos - dijo rápido Tara.

- ¿Por qué la prisa? Ya están aquí. Aprovechemos esa oportunidad. - ella avanzó un par de pasos y se volvió a detener - Thomas cariño, ¿qué tiene tu hombro?

Como si un cuchillo cortará la carne en su hombro Thomas gritó de dolor. Sentía como el hueso era rasgado, arañado y la carne a su alrededor era mutilada. Gritos y sangre salían del pequeño. La sangre corría rápida y las lágrimas y agudos alaridos igual. Tara se puso a su lado y toman su brazo trató de quitar aquellas ropas que se interponían en su camino. Y allí estaba, una furibunda herida del tamaño de un cráter se hacía lucir en el hombro latente del pequeño.

- ¡Basta!- gritó Tara.

El piso tembló, Sombra reía dichosa del dolor que causaba.

- ¡Dije Basta!- una luz roja como el zafiro se desprendió de los dedos de ella y como si estos fueran cristales filosos los lanzó con gran velocidad a Sombra. Esta los esquivó por poco y tras un gruñido los temblores se hicieron cada vez más fuerte.

- ¡Niña insolente!

Una nube negra espesa cubrió por completo a Sombra, sólo se podían ver unos ojos blancos brillantes. Y con la misma velocidad que Tara había lanzado aquel ataque está lo devolvió. Tara se cubrió tanto a ella como a Samantha y Thomas de las cuchillas lanzadas por Sombra. Algunas habían encajado en el cristal rojo que poco a poco se iba cuarteando. Hasta que este se rompió. Lanzando lejos el pequeño cuerpo de la niña.

- ¡Tara!- gritó Samantha.

- Morirán. Todos aquí morirán. ¡TODOS!

Un viento como el de un huracán recorrió todo el lugar lanzado abruptamente a los tres pequeños. Thomas seguía gritando ante el hecho de la mutilación de casi todo su hombro, Tara no respondía y Samantha se había congelado antes el hecho de que uno de los cristales de Sombra se había clavado en su pecho. La criatura gruño como un animal salvaje y con una fuerza increíble clavo sus largas uñas en el suelo.

- ¡Speculos!- dijo ella.

La tierra dejó de temblar. Sombra empezó a reír muy fuertemente. Tras un suspiro la tierra volvió a temblar. Y de estos monstruos cubiertos con una especie de tinta oscura surgían. Clavaban con ferocidad sus uñas en el suelo, jalando, tratando de salir de esta. Gruñidos y gemidos pronunciaban. Eran figuras altas, de cuyas bocas descendía un líquido espeso de color negro como alquitrán. Thomas observó perplejo aquello. Como una de ellas se abalanzaba rápido a él. Samantha gritaba y trataba de alejar a aquel que también había ido por ella y Tara.

El que estaba sobre Thomas lo tomo fuerte del cuello y lo acercó hasta Sombra quien no dejaba de sonreír victoriosa.

- Niñas no debieron entrar aquí... Ahora ustedes también morirán.... Y eso que tenía planes para usted - chasqueo - Sera una lástima no poder absorberlas a ustedes también.... Pero como verán, mis Speculos también comen.

Samantha sostuvo con fuerza la mano de su gemela aún inconsciente y abrazándola con fuerza se dejó caer sobre ella, mientras los Speculos se acercaban más y más.

- Ven Thomas - lo tome del cabello y haciendo que mirara en dirección a las niñas continuó - Veamos juntos como las asesinan hasta dejar de ellas sólo una masa roja...

Con su brazo sano trato de deshacerse de su agarre. Su rostro palidecía. La sangre que había perdido lo había puesto débil. Y con lágrimas en los ojos vio como una de esas criaturas se lanzaba con ferocidad sobre Samantha quien gritaba aterrorizada.

- ¡Déjalas en paz!

- ¿Que dijiste cariño? Es que con los gritos de la niña no te puedo escuchar.

Sus ojos se abrieron como platos al ver como aquella criatura abría con ímpetu sus fauces para masacrar a Samantha. Su cuerpo ardía. La ira lo consumía. Y como fuego Sus manos ardieron quemando levemente a Sombra pero lo suficiente para que lo soltara de golpe.

- ¡Mocoso idiota!

Esta se desplazó con rapidez ante él, pero antes de que pudiera tocarlo una luz cegadora salió de sus manos. Sombra gritó, como si esa luz fuera ácido ante ella. Al notar esta reacción Thomas corrió rápido y disparó ante aquellas criaturas de la oscuridad. Quienes se desvanecieron chillando y dando horribles alaridos. Samantha estaba en shock miró con rapidez a Thomas quien se encontraba en las mismas que ella.

Aquella luz que desprendían sus manos era increíble, llena de vida, única. Azul como el cielo y blanca a momentos. Se disponía... A alejar la oscuridad. Volverá nada.

Apuntó hasta su brazo magullado. Y este al tener contacto con esa luz fue sanando; lentamente los trozos de carne iban siendo cubiertos y el dolor cedía. Thomas sonrió.

- ¡Thomas! - gritó Samantha.

Justo en ese momento Sombra aventó de un solo golpe a Thomas dejándolo a escasos centímetros de las gemelas.

- ¡YA ESTOY HARTA DE ESTOS JUEGOS, THOMAS!- vociferó- Te destruiré. Destruiré cada célula de ti. A Danny, a todos los que amas. Todos sucumbirán ante mí.

Sombra elevó sus brazos y una nube negra empezó a acechar. Nube de tormenta. Nube de destrucción. Y tras un grito infernal la lanzó hasta ellos.

- Fuera- se escuchó decir a la delicada voz de Tara. Quien tomaba a Thomas y Samantha de las manos.

Se esfumaron todos.... Menos ella.

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