XXXII

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Pto. V. Thomas

Los pensamientos en su mente era una gran masa de imágenes borrosas. El dolor de cabeza ya no estaba pero se encontraba frustrado. Sus ojos estaban apretados, tratando de aclarar esas imágenes. El sudor por su frente empezaba a caer. Se limpió. Se levantó de la silla y empezó a caminar dando vueltas. Era algo ya inevitable para él.

- Piensa...

Se colocó en la esquina derecha superior de la cocina, y se arrodilló, todo se veía desde ese punto de vista más grande que él. Sonrió. Toda su vida las cosas solían ser más grandes que él. Acomodo su cara entre sus rodillas, ya estaba cansado de recordar, quien sabe qué.

Las luces de la cocina empezaron a fallar, se encendían y se apagaban. Thomas no apartó su vista del foco. Un escalofrío cruzó su espalda. Se acurruco más en la esquina. No estaba aterrado, sólo estaba allí, observando cada detalle de ese lugar.

Las luces se apagaron, dejándolo en oscuridad. Un susurro llegó a sus oídos. Venía del cuarto de su abuela, se levantó de la esquina inundado por el deseo de conocer de quien era esa voz.

- Sara.....- escucho decir a la voz.

- Abuela?- dijo frunciendo el ceño.

El pequeño camino hacia el corredor que daba al cuarto de su abuela. La luz volvió a la normalidad. Se quedó un momento pensativo delante de la puerta. La abrió lentamente, para encontrar a su abuela con una cara de horror parada enfrente del espejo.

- Abue....-continuo- ¿estás bien?

- T-Thomas- dijo corriendo hacia él y abriendo sus brazos en señal de abrazo.

El niño estaba sin palabras, el abrazo estuvo cálido Su abuela lo abrazaba con fuerza.

- Abuela...- susurro.

- No digas nada Thomas... Sólo... No te vayas...

Thomas la abrazo con más fuerza y sus lágrimas empezaban a escaparse. Sus brazos empezaron a soltarse, quedando ellos cara a cara. La anciana limpio el rostro del niño. Una sonrisa se asomó en su rostro.

- Abuela- dijo tímido.

- Dime- respondió ella acariciando su cabello.

- Quien es Danny?

- Eso... Es algo que vamos a solucionar.


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