XXI

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La criatura lo volvió a sujetar por el cuello, alzándolo hasta tenerlo cara a cara. Thomas ya no le quedaba fuerzas ni para patalear, su cara toda golpeada y ensangrentada no era más que eso, las expresiones se le habían borrado. La cosa se acercó hasta su oreja.

- Tranquilo Thomas, yo no soy la que te va a matar, no, no, no... Esa parte no me corresponde a mí... Pero ten por seguro que cuando termine contigo sentirás mucho dolor- ella rio- Ah, por cierto debes darle las gracias a tu madre, sin su ayuda nunca te hubiéramos encontrado.

Lo arrojó de nuevo a la pared. Thomas gimió. Era sólo un chiquillo. Este empezó a arrastrarse hasta la escalera, en busca de una salida.

- No, no, no Thomas. Ven tenemos otras cosas que hacer- gruño la cosa.

Lo tomó por los cabellos. Thomas le tomo la mano buscando la manera de que lo soltara, empezó a gritar muy fuerte. Ella volvió a reír, le gustaba ver como el infante buscaba la manera de sobrevivir. Paro. Algo la había golpeado en la espalda, un pedazo de escombro.

- DEJA AL NIÑO EN PAZ- grito un hombre a sus espaldas.

Thomas se volteó para ver de quien se trataba. Era el señor Adrián, el encargado de la electricidad del edificio, un hombre mayor, con el pelo totalmente blanco, vestido nada más que con unos jeans viejos, una camisa de rayas horizontales rojas y sus zapatos marrones gastados.

- ALEJESE DEL NIÑO O NO RESPONDO, DEJELO EN PAZ.

- Oh querido, te aseguró que estará en paz...- dijo dándole la espalda al anciano- mira Thomas lo que has hecho, haz mandado a la tumba a un bueno hombre; no te da vergüenza.

El hombre retrocedió un paso, lo que había escuchado lo alteraba, ya que sólo estaba armado con un pedazo de escombro.

La cosa se volteó lentamente para verle la cara a su próxima víctima, había querido probarla la sangre desde que había empezado con el muchacho, pero, esta vez no se controlaría, sólo necesitaba al chico con vida.

Los ojos del hombre se abrieron como platos, estaba ante un demonio. Soltó el pedazo de escombro, estaba paralizado.

- Hola querido...

El hombre miro al muchacho y luego a la cosa. No sabía qué hacer, si corría dejaría al niño a merced de esa bestia y talvez eso lo perseguiría y lo matara, pero, si se quedaba moriría de seguro.

- Tranquilo niño, todo estará bien- dijo el hombre- todo estará bien.

Sus ojos se humedecieron.

La cosa empezó a caminar hacia él, pasó por sobre Thomas y se puso frente al anciano.

- Debo admitir que tu valentía me sorprende... Pero adivina que...- río- Eso no te salvará

Dicho eso golpeó con todas sus fuerzas el rostro de anciano haciendo caer al suelo con estruendo.

- DÉJALO- grito el niño.

- Tranquilo pequeño, tú turno también llegará.

Thomas trato de levantarse, pero lo único que consiguió fue un resbalón y que si cuerpo volviera a quedar en el suelo.

La cosa se acercó a Thomas.

- ¡Míralo! Quiero que lo veas morir- continuó- Y en cuanto a ti anciano tonto, quiero que me veas mientras te asesinó.

El rostro de Thomas se inundó en lágrimas. El señor Adrián no tenía la culpa, sólo era una persona que estaba en el momento y lugar equivocado.

- Quiero tú corazón...

La cosa tomo por el cuello a Adrián y lo levantó con una sola mano, y con la otro la fue enterrando lentamente en el pecho del hombre. Gemidos hubo por si parte. La cosa fue lentamente, haciéndolo sufrir lo más que pudo.

- ¡¡¡NOOOOOOOO!!! - grito Thomas.

Un movimiento rápido hubo por parte de la bestia, algo la había hecho embestirse contra el muro de concreto.

Era Danny.


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