- ¿Te divertiste con la abuela querido?- pregunto Camila esbozando una sonrisa.
- Si, estuvimos toda pa tarde hablando y jugando. Aunque no comimos pastel de chocolate...
- ¿Por qué?
- ... No lo recuerdo... Pero si recuerdo que la abuela estaba haciendo pastel y después desaparecía.
La noche caía lentamente, y el Auto se movía rápido.
- Mami...
- Dime, cariño.
- ¿Estas bien? Te ves un poco pálida... ¿Estas enferma?
- No Thomas... Es sólo que...
- Thomas- interrumpió su padre- qué opinas de... Tener un hermanito o hermanita?
El niño guardo silencio. La pregunta lo había dejado sin palabras.
- ¿Un hermanito?
- O hermanita- continuó Camila.
- Es que...- jugaba con sus manos- No sé... Yo sería el hermano mayor... Y... No sé.
Camila y James se miraron por un breve instante. Después de eso el carro permaneció en silencio.
- Que hicisteis con la abuela Thomas?
- Hicimos muchas cosas: primero estuvimos hablando, pero ya no recuerdo de que, luego limpiamos un poco la casa, y después jugamos y coloreamos o se me olvidaba, me quedé dormido hasta que ustedes llegaron.
- Eso si lo notamos- dijeron al unísono.
- Papi, crees que puedas bajar un poco el aire, tengo frío.
- oh, sí, claro.
- Thomas, toma, tú abuela te lo manda dice que se te cayó mientras dormías.- dijo Camila entregándole la pulsera que le había regalado Sara.- Tienes que guardarla.
- Sí.
El carro paro, ya habían llegado al edificio. Los Prado subieron escaleras arriba hasta llegar al piso siete. Al abrir la puerta fueron abatidos por un montón de ladridos y lamidas por parte de Pollo, quien los recibía con mucha felicidad y ternura.
- Que extraño...- susurro Camila.
- ¿Que sucede?
- No ha dejado ninguna de sus "gracias".
- Ni lo hará cariño, este pequeño está entrenado para hacer afuera.
- Pues sacarlo debe estar muriéndose por dentro.
James tomo a Pollo en brazos y se dirigió hasta la puerta cuando fue asaltado por Thomas.
- ¿A dónde lo llevas?
- A fuera, necesita hacer sus necesidades...
- Yo te acompañó, mamá, ¿puedo ir?
- Si... Pero no se queden tanto miren que ya está muy oscuro.
Apenas dicho eso, Thomas corrió escaleras abajo, mientras Pollo se soltaba de los brazos de James y perseguía al pequeño.
-¡Vamos Pollo, corre! - gritaba Thomas.
Llegaron hasta la puerta metálica y se detuvieron de golpe. James bajaba todavía las escaleras. Cuando Pollo empezó a ladrar con fuerza, estaba desesperado.
- ¿Pollo? ¿Qué sucede?
El perro seguía ladrando con fuerza a cualquier cosa que estuviese allí afuera.
Thomas abrió los ojos como platos al ver a una mujer de cabello oscuro largó con un vestido de igual color todo destrozado y pequeñas gotas de sangre que caían de su boca. La dama reía de oreja a oreja y tras ella se podía oler un aroma a carne podrida.
Thomas no podía moverse y pos ladridos de Pollo se hacían cada vez más graves.
Una mano tocó su hombre y Thomas pego un grito escalofriante, esta blanco como la nieve y sus ojos estaban perdidos.
- ¡Thomas! ¡Qué sucede! - dijo su padre, terminando de bajar las escaleras, estaba corriendo.- estas bien, ¡¿qué paso?!
El niño abrazo a James con fuerza, se refugió en él, cuando se dio cuenta que los ladridos del animal cesaron.
- Creo que vi a alguien afuera...- dijo casi como un susurro.
James lo miro a los ojos y lo abrazo con más fuerza. Se levantó y miro por entre los barrotes de metal. Ajustó su vista. Se volteó hacia su hijo.
- No veo nada Thomas...
- A lo mejor fue un mapache... Y con el grito lo asustaste....
Thomas trago saliva, sabía que eso no había sido.
- Ven, ya pasó, saquemos a Pollo...