XLIX

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La noche ya había caído. La luna estaba en el punto más alto, el frío era insoportable.

- Hola soy Sara, ahora no puedo contestarte, pero déjame un mensaje y me comunícate lo antes posible contigo.

Un pitido se escuchó.

- Hola mamá, soy yo Camila, tengo días sin saber nada de ti. Bueno, llámame cuando escuches esto.

Eran las doce de la noche, Camila seguía pensando en su madre. Se levantó de la cama y miro por un rato a James, su cabello estaba alborotado y sus ropas algo arrugadas. Sus pies tocaron el suelo y un escalofrió recorrió su espalda, miro a los lados.

- ¿Que estoy haciendo?

Se puso de pie y salió de la habitación, el corredor era ahora de un color crema con varios cuadros de ellos. Las cosas que antes habían en la casa las pusieron en el ático a excepción de un antiguo cofre al cual James se había dado el reto de abrir, este tenía un candado algo moderno, de una combinación de números; tres para ser exactos, pero parecía antiguo.

Encendió las luces del pasillo y con pasos silenciosos bajo las escaleras al llegar al final de estas encendió las luces de la sala. La oscuridad no era su fuerte, todavía le tenía miedo a las cosas que allí se encontraban. La luz la segó por un momento cuando sus ojos se ajustaron siguió su camino a la cocina.

El silencio era sepulcral, sólo se podían escuchar sus pasos y como una pequeña corriente de aire se colaba por la ventana semi-cerrada. Encendió las luces de la cocina, se acomodó un poco el pijama y continúo con pasos cansados hasta la nevera. La abrió y se sirvió un vaso de agua. Dio un sorbo y lo volvió a dejar sobre el mesón.

Sintió un corrientoso qué le erizo la piel de golpe. Miro en todas las dirección, pero, ¿que estaba buscando? Sus manos estaban temblando, hasta que encontró algo. Su voz le fallaba, alguien la estaba observando desde el patio de la casa, una mujer de larga cabellera. Con pasos rápidos se acercó hasta la ventana; la mujer seguía allí, cabizbaja. Camila no sabía que hacer. Así que temblorosa se fue hasta la puerta de la casa, dudo al principio si abrirla o no, pero optó por la primero.

La puerta se deslizó lentamente hasta que se abrió por completo. Allí no había nadie, la mujer había desaparecido. Un suspiro salió de su garganta y de la misma forma en que la puerta fue abierta esta la cerró.

- Ahora estas imaginando cosas, Camila.- se dijo en voz baja.

Apoyo su cabeza en la puerta, trató de organizarla.

- Tal vez es el estrés que te tiene mal... Tienes que calmarte, por ti, por el bebe...

Tapó sus ojos por unos segundos y se dio la vuelta. Su piel se petrifico, sus ojos se abrieron lo más que podían. Había quedado helada. La misma mujer que antes estaba afuera ahora esta en frente de ella, a nada más unos centímetros de ella; parte de su cabello le cubría la cara, este eres negro y largo, sus ojos eran de un impresionante color azul hipnóticos.

Camila no podía decir nada, el terror la había absorbido.

- Nunca le habrás las puertas de tu casa a un extraño.

Las luces se apagaron.

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Suspeeensoooo!

Hey! ¿Cómo han estado? Me he dado cuenta que no interactuamos escritora- lectores.... Así que... Vamos a conocernos... Hola, me llamo Génesis, y tengo 16 años. Y... Ya esos es todo, no tengo nada más que contarles...

Bueno, solos les pido que no se olviden de comentar y votar <3 Please.

Y si pueden pasarse por mis otras historias sería lo máximo! :* los quiero y gracias por los más de 3k de verdad que no pensé llegar tan lejos * que emoción* y pensar que empecé la historia por ocio, de verdad ni siquiera tenía planificado ni el final, ni los personajes ni nada *-* y miren donde llegamos!

A por cierto esto es una relación de mutuo beneficios, si tienen alguna historia que quieran que lea y vote y comenté déjenla aquí y yo me pasaré por allí! (de verdad sugieran, estoy desesperada por qué ya me acabe la biblioteca y no sé qué más leer y confió en su gusto, yo leo cualquier cosa) :*


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