XV

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Un eco se hizo en sus oídos.

-Hijo... Hijo... Hijo...

Tenía la mirada pérdida. Puso sus ojos en los de su madre que lo observaba ya desde hace rato. Seguían perdidos en la distancia pero estaban allí. Estaba como drogado.

- Hijo...

Despertó. Sus ojos volvieron al curso. Dio una inhalada de aire profunda, aguantó el aire por unos segundos y después lo soltó. Quito la vista de la de su madre y se posó en la de su padre que lo observaba por el retrovisor del carro cada cierto tiempo. Esta frustrado. Ambas vestían unos jeans y camisas con abrigos encima. Miro sus manos.

- Toma hijo- su madre estiró la mano y le entregó a Thomas una pulsera, la pulsera que le había regalado su abuela- se te cayó en el carro cuando dormías anoche.

Este la tomo y la detalló, era una pulsera de cuentas de color verde oscuro con una piedra brillante en el centro de estas y un azabache guindaba de una de ellas. Era llamativa y a él le gustaba mucho. Se la colocó en su mano izquierda y la observó.

- Es muy bonita- dijo Camila esbozando una sonrisa- ¿te gusta?

No dijo una palabra pero asintió con la cabeza.

- La abuela sabía que te gustaría

Ella se voltio dirigiendo su vista a la carretera de asfalto que se alumbraba con el sol de la tarde, habían pasado un largo rato en el hospital.

- Hijo, ¿quieres comer algo?- dijo su padre.

- No tengo hambre...

Se volteó y cerró los ojos apretando sus rodillas contra él. Lo inundaron los recuerdos, lo que ocurrió en el baño, el espejo, la cosa y... El ángel

No sabía que pensar.

-« ¿por qué no puedo tener una vida normal?» - pensó

Se froto los ojos. Miro por la ventana, lo único que vio fueron árboles y más árboles, no sabía dónde estaba. Y cada vez se adentraban más. Pudo empezar a visualizar unas casas, muy lindas.

- ¿Dónde estamos?- dijo en niño

- Aquí es donde vamos a vivir hijo, esta es la avenida Trébol y... Esa de allí es nuestra casa.

Los ojos de Thomas se iluminaron, era una casa grande, con un jardín muy amplio y estaba algo descuidada pero eso le pasaba a todas las casas que permanecían un tiempo sola. Tenía dos pisos y en la parte se podían detallar desde su punto de vista dos ventanas grandes de color blanco y una chimenea. El tejado era de un color marrón adornado con un para-rayos. Era impresionante.

- En realidad es nuestra...

- Si hijo, es toda nuestra, en esta semana más tarde mudamos las cosas, claro primero hay que venir a limpiar y todo eso- dijo James

- ¿Yo puedo ir?

- No hijo, tú te vas a quedar con tu abuela esos días, porque va a haber mucho polvo y te puedes enfermar.

Thomas dio otra mirada a la casa, es impresionante como el estado de ánimo de una persona puede cambiar repentinamente de un momento para otro. Pero todavía lo amenazaban los recuerdos.

- ¿Estas contento hijo? - pregunto Camila

- Si mamá, esta casa es impresionante, es muy grande

Ella río.

- Sí que lo es.

El carro empezó a avanzar. Alejándose lentamente. Thomas percató que alguien lo saludaba, se volteó para ver por el vidrio de atrás del carro, era una niña con una pelota en mano, vestida con un vestido largó y con el cabello recogido en dos coletas. Él la saludo y ella se dio media vuelta y se fue.

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