Incertidumbre

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Capítulo 1

La siguiente vez que Andrea despertó ya no estaba en el suelo embaldosado de la habitación polvorienta. El dolor que la maldición la había provocado había sido tanto, que había acabado perdiendo el conocimiento.

Abrió los ojos con lentitud, y lo primero que vio fue el dosel que estaba por encima de ella. Andrea no tardó en acordarse de su cama en Grimmauld Place y se incorporó con tanta rapidez que la cabeza le dio vueltas, con todavía la esperanza de que aquello no hubiera sido más que un horrible sueño.

Pero en cuanto puso su espalda recta sentándose sobre el suelo mullido, se dio cuenta de que aquella habitación solo se le parecía en tamaño, y de que allí todos los muebles eran de color negro o de un tono más verdoso, en vez del acostumbrado color crema.

La verdad volvió a golpearla con fuerza. Todo había sido real.

Y al pensar en la palabra real no pudo evitar acordarse de todo lo que le había revelado Voldemort a saber hacía ya cuantos días. Andrea no había pensado que pudiera sentirse más confundida desde que se había despertado en la sala de los muebles cubiertos. Pero ahora no era capaz ni de saber quién mentía y quien decía la verdad. Así que, aturdida, comparó sus posibilidades.

Su corazón se decantaba por sus padres, sus supuestos padres, que la habían criado y cuidado desde pequeña. ¿Por qué la mentirían en algo así? No tenía ningún sentido, pero nada lo tenía en aquel momento.

Por desgracia, también estaba su mente, fría y lógica, que la decía que Voldemort, psicópata y asesino, tenía razón. Parecía que lo que él decía cuadraba más con su desastre de vida, pero aquello no quería decir que tuviera más sentido. Al contrario, era una teoría aún más loca, y cada vez que Andrea pensaba, que estaba emparentada con el mismo Voldemort, un escalofrío trazaba el arco de su columna.

Andrea sacudió la cabeza en un vano intento de alejar aquellos pensamientos de su mente. Bajó la vista y vio la colcha negra sobre la que estaba apoyada, parecía de muy buena calidad y cubría una cama sobre la que ella estaba sentada y tan distraída como se había levantado, no había reparado ella.

La habitación era enorme y al contrario a la anterior, la luz entraba por dos enormes ventanas localizadas a su derecha iluminando toda la sala. En el hueco de pared que había entre los dos ventanales había una silla de roble y un escritorio del mismo material, casi vacío a excepción de un pequeño jarrón verde sin flores.

En la pared de su izquierda, en la esquina más cercana a ella había un armario acorde a las dimensiones de la alcoba. Un poco más allá, también pegado a la pared había otra mesita negra donde había lo que parecía ropa doblada. Y por último, casi haciendo esquina con la pared del fondo había una puerta negra con el pomo redondo de color oro brillante.

En la pared que tenía enfrente no había nada más que un espejo rectangular, no mucho más grande que una caja de zapatos, con un marco dorado como el pomo, y otra puerta igual a la de la pared de la izquierda ubicada justo en el centro del muro.

Andrea se incorporó con urgencia y caminó casi corriendo hacia la puerta que tenía en frente. Giró el pomo bruscamente esperando encontrarla cerrada, pero este se movió con mucha facilidad y casi se cae hacia delante al sentir que la puerta cedía con rapidez.

La puerta daba a un baño bastante grande totalmente de mármol negro. El monumental espejo que cubría toda una pared le devolvió su reflejo. Tenía un aspecto horrible. Seguía con la túnica del colegio, raída y sucia. El pelo enredado y sin brillo, y a pesar de sentir que había estado durmiendo un mes, unas enormes ojeras. Además, para añadirle a la estampa llevaba tanto sin ver bien el sol que estaba mucho más pálida.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora