La propuesta

44 5 3
                                    

Capítulo 40

Tras el partido y la emoción de haber ganado la copa. La gente pareció volver a acordarse de la noticia que había aparecido en el periódico.

A Andrea no le molestó que no la hablaran o que se apartaran a su paso, y trató de que no le importara que Lavander y Parvati hubieran pedido que se les cambiara de habitación tras seis años juntas.

Según McGonagall era eso, o que sus padres las sacaran del colegio. Andrea se limitó a contestarle que así tendría más espacio en el cuarto, a pesar de que en el fondo no había podido evitar que doliera. Hermione se había enfrentado a ambas, nunca se habían peleado de esa manera, tanto que, si Andrea no la hubiera sujetado, una de ellas se hubiera llevado un golpe de su parte.

Tampoco le concedió importancia al correo que recibía lleno de odio por parte de gente desconocida y de padres que trataban de sacarla de la escuela. La primera vez que llegó, le prendió fuego y dejó que ardiera sobre la mesa hasta que Ginny lo apagó lanzándole una jarra de agua. Nadie dijo nada, nadie se atrevió a regañarla.

Andrea se alegró cuando la gente se centró en cotillear sobre Ginny y Harry. El chico parecía tan feliz de que por una vez no hablaran de él y algo relacionado con la magia oscura que no pudo evitar sentir un poco de envidia. Lo habría dado todo por volver semanas atrás donde la gente no la veía como un monstruo.

Pero ella ya conocía la sensación, había deseado demasiadas veces que las cosas fueran diferentes, desde hacía años habría sacrificado cualquier cosa por no tener aquella vida, por no ser siquiera ella.

—Y eso que la gente tiene mejores cosas para cotillear —comentó Ginny una tarde tras los rumores mientras leía El Profeta sentada en el suelo de la sala común, con la espalda apoyada en las piernas de Harry—. Esta semana ha habido tres ataques de dementores, pero a Romilda Vane lo único que se le ocurre preguntarme es si es cierto que llevas un hipogrifo tatuado en el pecho.

Ron y Hermione rieron a carcajadas. Andrea sonrió levemente.

—¿Y qué le has contestado? —preguntó Harry.

—Que es un colacuerno húngaro —respondió Ginny mientras pasaba la página con aire despreocupado—. Es mucho más varonil.

—Gracias —dijo Harry con una sonrisa—. ¿Y qué le has dicho que lleva Ron tatuado?

—Un micropuff, pero no le he dicho dónde.

Ron arrugó el entrecejo y Hermione se desternilló de risa.

—Mucho cuidado —advirtió Ron blandiendo el dedo índice—. Que os haya dado permiso para salir juntos no quiere decir que no pueda retirarlo.

Andrea le dirigió una mirada recordándole la amenaza de hacía unas semanas.

—¿Tu permiso? —se burló Ginny—. ¿Desde cuándo necesito tu permiso para hacer algo? Además, tú mismo reconociste que preferías que saliera con Harry antes que con Michael o Dean.

—Sí, eso es verdad —admitió Ron a regañadientes—. Pero siempre que no os aficionéis a besaros en público.

—¡Serás hipócrita! ¿Y qué me dices de Lavender y tú, que os pasabais el día revoleándoos por todas partes como un par de anguilas? —protestó Ginny.

La chica iba a seguir protestando cuando un niño de segundo año se acercó a ellos acobardado. Parecía querer decir algo, pero no encontraba las palabras o tenía miedo de pronunciarlas en alto.

—¿Qué te ocurre? —le preguntó Hermione con delicadeza al ver que no hacía nada.

—Me, me han dicho que le diga a Andrea Bletchley...—el chico rubio se detuvo espantado cuando la mirada de Andrea dejó de observar el suelo para mirarlo a él. Trató de sonreírle, pero sabía que incluso aquello lo tomaban como una advertencia.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora