Flegggrrr

68 10 3
                                    

Capítulo 5

Harry y Dumbledore se dirigieron a la puerta trasera de La Madriguera que, como era habitual, estaba rodeada de botas de lluvia viejas y calderos oxidados.

Harry oyó el débil cloqueo de unas gallinas que dormían en otro cobertizo cerca de allí. Dumbledore dio tres golpes en la puerta y el chico vio moverse algo con precipitación detrás de la ventana de la cocina.

—¿Quién es? —preguntó la señora Weasley, nerviosa—. ¡Identifíquese!

—Soy yo, Dumbledore. Y traigo a Harry.

La puerta se abrió al instante. Allí estaba la señora Weasley, bajita, regordeta y con una vieja bata verde.

—¡Harry, querido! ¡Cielos, Albus, me has asustado! ¡Dijiste que no te esperáramos hasta mañana por la mañana!

—Hemos tenido suerte —repuso Dumbledore mientras hacía entrar al chico—. Slughorn resultó más fácil de persuadir de lo que imaginaba. Todo ha sido cosa de Harry, claro. ¡Ah, hola, Nymphadora!

La señora Weasley no estaba sola, pese a que ya era muy tarde. Una joven bruja, con cara en forma de corazón, pálida y con un desvaído pelo castaño, estaba sentada a la mesa con un tazón entre las manos.

—¡Hola, profesor! —saludó—. ¿Qué tal, Harry?

—¡Hola, Tonks!

Harry se fijó en que estaba muy demacrada y sonreía de manera forzada. Desde luego, su aspecto era bastante menos llamativo de lo habitual, pues solía llevar el pelo de color rosa chicle.

—Tengo que marcharme —se disculpó Tonks; se levantó y se echó la capa por los hombros—. Gracias por el té y por tu interés, Molly.

—Por mí no te marches, por favor —dijo Dumbledore con cortesía—. No puedo quedarme, tengo que tratar asuntos urgentes con Rufus Scrimgeour.

—No, no, debo irme —insistió Tonks sin mirarlo a los ojos—. Buenas noches.

—¿Por qué no vienes a cenar este fin de semana, querida? Vendrán Remus y Ojoloco...

—No, Molly, de verdad... No obstante, muchas gracias. Buenas noches a todos.

Tonks se apresuró a pasar junto a Dumbledore y Harry y salió al jardín. Cuando se hubo alejado un poco de la casa, se dio la vuelta y desapareció. Harry tuvo la impresión de que la señora Weasley estaba preocupada.

—Bueno, Harry, nos veremos en Hogwarts —se despidió Dumbledore—. Cuídate mucho. A tus pies, Molly.

Le hizo una reverencia, siguió a Tonks y desapareció en el mismo lugar en que lo había hecho la bruja. La señora Weasley cerró la puerta que daba al jardín, ya vacío; luego, sujetando a Harry por los hombros, lo acercó al farol que había encima de la mesa para examinar su aspecto.

—Igual que Ron —dictaminó mirándolo de arriba abajo—. Parece que os hayan hecho un embrujo extensor. Ron ha crecido como mínimo diez centímetros desde la última vez que le compré una túnica del colegio. ¿Tienes hambre, Harry?

—Sí, un poco. —De repente se dio cuenta de lo hambriento que estaba.

—Siéntate, cielo. Te prepararé algo.

En cuanto se sentó, un gato rojizo y peludo de cara aplastada le saltó a las rodillas, se instaló allí y se puso a ronronear.

—¿Está Hermione aquí? —preguntó el muchacho, contento, mientras acariciaba a Crookshanks detrás de una oreja.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora