La petición de Lord Voldemort

44 7 0
                                    

Capítulo 31

A primera hora del lunes, Harry y Ron salieron de la enfermería completamente recuperados gracias a los cuidados de la señora Pomfrey. Ya podían disfrutar de las ventajas de la fractura de cráneo y el envenenamiento, respectivamente, y la mejor de ellas era que Hermione volvía a ser amiga de Ron. Ella y Andrea los acompañaron a desayunar y les comunicaron que Ginny se había peleado con Dean.

—¿Por qué se han peleado? —preguntó el muchacho con fingida indiferencia mientras enfilaban un pasillo del séptimo piso.

El pasillo estaba vacío salvo por una niña muy pequeña que examinaba un tapiz de trols con tutú. Al ver que se acercaban unos estudiantes de sexto año, la chiquilla puso cara de miedo y dejó caer la pesada balanza de bronce que sostenía.

—¡No pasa nada! —dijo Hermione con amabilidad, y corrió a ayudarla—. Mira... —Dio unos golpecitos con su varita en la balanza rota y pronunció—: ¡Reparo!

La niña ni siquiera le dio las gracias y se quedó muy quieta cuando ellos pasaron por su lado. Ron volvió la cabeza y la miró.

—Os juro que cada vez son más pequeños —comentó.

—Déjala —repuso Harry con impaciencia—. Chicas, ¿por qué se han peleado Ginny y Dean?

—Porque Dean se estaba riendo del golpe que te dio McLaggen con esa bludger—contestó Andrea.

—Debió de ser gracioso —dijo Ron.

—¡No fue nada gracioso! —saltó Hermione—. ¡Fue horrible, y si Andrea no hubiera atrapado a Harry, podría haber resultado gravemente herido!

—Sí, ya, pero no había necesidad de que Ginny y Dean cortaran por eso —dijo Harry procurando sonar despreocupado—. ¿O siguen saliendo juntos?

—Sí, siguen saliendo. Pero ¿por qué te interesa tanto? —preguntó Andrea mirándolo con recelo, a pesar de que ya sabía la respuesta.

—Es que no quiero que haya problemas en el equipo de quidditch —se apresuró a contestar, y pareció sentir un gran alivio cuando detrás de ellos una voz exclamó:

—¡Harry!¡Andrea!

—¡Hola, Luna!

—He ido a verte a la enfermería, Harry —dijo Luna mientras rebuscaba en su mochila —, pero me han dicho que ya habías salido... —Le fue pasando una serie de extraños objetos a Ron: una especie de cebolla verde, un gran sapo con manchas y una buena cantidad de una cosa que parecía arena higiénica para gatos; por último, sacó un rollo de pergamino bastante sucio y se lo tendió a Harry—. Me han pedido que os dé esto.

Era un rollo pequeño que Andrea reconoció enseguida: otra invitación para una clase particular con Dumbledore.

—Será esta noche —informó a sus amigos cuando lo hubo leído.

—¡Te felicito por tu comentario del partido! —le dijo Ron a Luna mientras ella recuperaba la cebolla verde, el sapo y la arena higiénica.

Luna esbozó una vaga sonrisa.

—Te burlas de mí, ¿verdad? Todos dicen que lo hice muy mal.

—¡No, lo digo en serio! ¡No recuerdo haberlo pasado tan bien con ningún otro comentarista! ¿Qué es eso, por cierto? —añadió, cogiendo aquella especie de cebolla.

Se la acercó a los ojos.

—Es un gurdirraíz —contestó Luna, y se guardó la arena higiénica y el sapo en la mochila—. Quédatelo si quieres, tengo algunos más. Son excelentes para protegerse contra los plimpys tragones.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora