De tal palo tal astilla

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Capítulo 33

—Buenos días, Andrea— la saludó Dumbledore cuando cerró la puerta.

Matarás a Dumbledore.

Andrea tomó aire tratando de alejar las palabras que la animaban a sacar la varita y acabar con la tarea.

—Buenos días, señor.

—Y feliz cumpleaños—añadió sonriendo— siento que hayan coincidido, pero por desgracia estas son las últimas horas que tengo libres hasta dentro de un tiempo.

—¿Se marcha de nuevo? —preguntó Andrea avanzando hasta colocarse frente a la mesa en la que reposaba el pensadero.

—Me temo que sí—Dumbledore señaló la silla—siéntate, por favor.

Andrea hizo como le indicaba antes de continuar la conversación.

—Pensé que no íbamos a volver a venir hasta que recuperáramos el recuerdo de Slughorn.

—Y así era, pero me di cuenta de que te oculté demasiado en su día, y no querría que eso volviera a suceder—expresó Dumbledore con calma. Andrea lo miró contrariada— no vamos a continuar con la historia de Voldemort, de otro modo habría hecho a Harry venir, pero si considero necesario mostrarte más sobre Atenea Bletchley y que ocurrió con ella. Necesitas respuestas.

Andrea sabía perfectamente que Dumbledore no le había llegado a contar ni la mitad de lo que conocía, pero no esperaba que fuera a revelarle algo más. Aquello la había tomado por sorpresa.

—¿Por qué ahora? —cuestionó la chica sin saber bien que decir.

—Porque probablemente no me quede mucho tiempo, y soy el único que puede contarte esto—contestó el profesor con franqueza—o, mejor dicho, el único que va a hacerlo.

Tal vez no se había esperado esa respuesta, pero no la dejó del todo descolocada, al fin y al cabo, Dumbledore no parecía poseer mucha salud. No desde que su mano se había vuelto negra. Se preguntó por primera vez si aquella era la maldición que acabaría con él.

—Pues no perdamos más tiempo—respondió impaciente Andrea.

Dumbledore pareció ver que no dejaba de mirar a su mano por lo que retomó la conversación sonriendo levemente ante su iniciativa.

—Al igual que con la historia de Voldemort, muchas partes son tan solo sospechas y especulaciones a las que llegamos tras ver nuestras pruebas, pero creo que al igual que con el pasado de Voldemort, estás son sólidas. —el director señaló con la mano mala tres frascos de pensamientos— antes de empezar, debemos retomar la historia que precede a lo que ocurre en estos fragmentos de memoria. —hizo una pequeña pausa, como si se le costara hablar sobre ello— Atenea acababa de cumplir los veintiún años en febrero de mil novecientos setenta y nueve, al igual que los padres de Harry o Neville pertenecía a la orden del Fénix. Aunque al mismo tiempo se convertía en auror, a pesar de que el ministerio estaba ya bajo el poder de Voldemort.

» En la orden se distribuían el trabajo en misiones, tal vez te tocaba vigilar algo, o tal vez evitar un ataque de mortífagos. No eran usuales y no tomaban muchas horas, pero a veces podían durar varios días e incluso, semanas. En una de estas, digamos, tareas, ocurrió algo de lo que ninguno de nosotros llegó a darse cuenta hasta, me arriesgaría a decir, pasado un año.

—¿Incluso tú? —preguntó interrumpiéndole.

Le sorprendía que él, que solía parecer omnipresente allá donde iba, no se hubiera dado cuenta.

—Incluso yo—confirmó él. Parecía decepcionado consigo por ello. Su odio por todo lo que había hecho el director lastimándola, no la dejó sentir pena por Dumbledore — como decía se trataba de una tarea simple, tan solo era vigilancia. Se hacía por parejas, para mayor seguridad. Uno de los días, coincidieron en el mismo turno, Atenea y Peter Pettigrew. — Andrea no pudo reprimir una mueca de asco— me temo que después de esto no tendrás mejor opinión de él...Peter era de los más jóvenes junto a su grupo de amigos, por lo que se le asignó a Atenea, en caso de que algo saliera mal. —La expresión de Dumbledore decía claramente que algo había salido mal— A nadie le extrañó en su momento que la misión se alargara, ni que después de ella ambos fueran más cerrados. Hay cosas que verlas te cambia. Pero no supimos que habían visto, porque los dos se negaron a hablar de ello. Peter era un agente doble por lo que se delataría, y Atenea no podía, no porque no quisiera, sino porque era completamente incapaz de decir algo de ello en alto y no nos dimos cuenta hasta, como he dicho antes, mucho tiempo después.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora