Plata y ópalos

46 6 0
                                    

Capítulo 19

Durante las siguientes semanas Andrea se mantuvo distante con los demás. No había sido capaz de contárselo a nadie, ni siquiera a Hermione. Su reciente cambio de humor había asustado a su amiga que se dedicaba a preguntarle cada vez que podía si estaba bien.

Andrea no había vuelto a hablar con Draco, pero estaba claro que él si quería hablar con ella. La chica le pillaba muchas veces observándola, y otras tantas, cuando iba sola por los pasillos trataba de alcanzarla antes de que ella desapareciera por alguno de los pasadizos que conocía gracias a los gemelos. 

En la única clase que el chico tenía alguna oportunidad era en Runas Antiguas, pero ella lo ignoraba a pesar de que Malfoy no se rendía. Andrea se preguntaba por qué tenía tanto interés en hablar con ella después de lo mal que le había tratado incluso cuando la había ayudado más de lo que él creía.

Otra pregunta que también se hizo fue; ¿Dónde estaba Dumbledore y qué hacía? Andrea sólo vio al director de Hogwarts en dos ocasiones. Ya casi nunca se presentaba a las horas de las comidas, y la muchacha creía que Hermione tenía razón al pensar que cada vez se ausentaba del colegio varios días seguidos. ¿Habría olvidado Dumbledore que tenía que darles clases particulares?

El anciano profesor les había dicho que esas clases estaban relacionadas con la profecía, lo que había animado y reconfortado a Harry, y había aumentado la curiosidad de Andrea por descubrir algo más; sin embargo, ahora la sensación era de ligero abandono.

A mediados de octubre tuvo lugar la primera excursión del curso a Hogsmeade. Andrea había puesto en duda que esas excursiones continuaran realizándose, dado que las medidas de seguridad se habían endurecido mucho, pero le alegró saber que no se habían suspendido; siempre sentaba bien salir del castillo unas horas y más teniendo en cuanto como se había sentido las últimas semanas.

El día de la excursión se despertó temprano por la mañana, que amaneció tormentosa, y se quedó un buen rato mirando el dosel sobre su cama hasta que notó que Hermione descorría la cortina y se metía dentro de el su cama.

—Buenos días—susurró Hermione al verla despierta.

Andrea le contestó con otro «buenos días» mientras se sentaba sobre la colcha dejando a su amiga espacio para también sentarse.

—¿Me vas a decir que te pasa? —preguntó sin esperar a que ella pudiera decir nada.

Andrea fingió estar desconcertada antes de responder:

—¿A qué te refieres?

—Estabas bien en la reunión con Slughorn y el día siguiente ya no, llevas semanas distante—le explicó Hermione, aunque Andrea ya sospechaba que se trataba de eso— ¿fue la conversación que tuviste con él?

—No—admitió ella.

—¿Entonces...? —preguntó lentamente dándole tiempo para contestar.

—Casi cometo una estupidez, Hermione—le confesó Andrea mirando el pliegue de la sábana.

—Puedes contármelo, lo que sea. Estoy aquí para escucharte y para ayudarte—le respondió la muchacha tomando su mano.

Andrea reflexionó unos segundos. No sabía como decirlo de una manera que no fuera muy brusca. 

—¿Recuerdas la clase abandonada de la que te hablé? —le preguntó Andrea, Hermione, que parecía desconcertada por el cambio de tema, asintió— cuando salí del despacho de Slughorn, estaba muy enojada y al volver distraída hacia la sala común, encontré la misma puerta.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora