El club de las eminencias

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Capítulo 13

Los últimos días de vacaciones fueron sin duda los más llevaderos para Andrea. A pesar del dolor y la rabia que muchas veces sin darse cuenta la abordaban. La muchacha sentía que poco a poco iba sintiéndose mejor.

A veces temía pensar en que ocurriría cuando volviera a Hogwarts. El artículo del que Dumbledore le había hablado había salido en el profeta un día después de su encuentro. Andrea, Harry, Ron y Hermione se habían dedicado a leerlo una y otra vez, pero parecía que la columna no tenía forma de ser malinterpretada. 

Sin embargo, Andrea no estaba segura de que todo el mundo creyera la historia. Si no la vivías, podía considerarse incluso surrealista. El único que había sobrevivido a Voldemort había sido Harry, y le había costado recibir una maldición asesina responsable de su cicatriz.

Además de hablar sobre el artículo, Andrea no había dudado en hablar sobre lo que Dumbledore le había contado sobre su madre. Harry, Ron y Hermione, al igual que lo había hecho ella, se habían mostrado desconcertados al saberlo. Y tampoco habían conseguido sacar una conclusión clara.

A parte de la nueva información Andrea echaba de menos a los gemelos. Después de su pequeña estancia en el apartamento le habían dicho que no podría volver a verlos si no querían levantar sospechas sobre su paradero o sus amistades. Después de ver las nuevas desapariciones en el profeta, la señora Weasley ya no se había mostrado tan permisiva, y Andrea a pesar de parecerle muy injusto, había aceptado sus condiciones.

A pesar de todo ello, si algo había conseguido hablar sobre lo ocurrido con sus amigos, aparte de hacer que Harry se olvidara un poco de Draco Malfoy, era que le había permitido abrirse de nuevo, y que poco a poco le costara un poco menos hablar o recordar el tema.

—¿He dejado aquí una túnica de quidditch? —preguntó Harry desde la puerta de la habitación de Andrea.

La chica se encontraba arrodillada al lado de su equipaje con Rubí en el hombro. Había dedicado la ultima hora a tratar de meterlo casi todo en el baúl. Andrea alzó la vista levantándose y sobresaltando a la lechuza que abrió las alas para poder volar hacia su jaula.

Se agachó y agarró una túnica rojo escarlata con adornos dorados y el escudo de su casa.

—¿Es esta? —preguntó colocándosela sobre si misma y viendo que le quedaba enorme —me parece que sí.

—Gracias —dijo Harry tomando el uniforme.

Andrea recogió el montón de ropa sucia que había separado de su equipaje y se dirigió a Harry de nuevo.

—Te acompaño a dejarlo.

Salieron de la habitación cada uno con su respetiva ropa y comenzaron a bajar las escaleras. En el rellano tropezaron con Ginny, que volvía a su habitación con un montón de ropa limpia.

—Yo en vuestro lugar no entraría en la cocina en este momento —les avisó—. Está inundada de Flegggrrr.

Andrea había sido informada de la manía que le tenían Ginny, Hermione y la señora Weasley a la francesa. Y aunque ella no comprendía por que la encontraban tan insoportable, fingía hacerlo para no meterse de nuevo en una discusión.

—Iré con cuidado para no resbalar —replicó Harry sonriendo.

Y en efecto, cuando entraron en la cocina, encontraron a Fleur sentada a la mesa en pleno discurso sobre sus planes para la boda con Bill, mientras la señora Weasley, con cara avinagrada, vigilaba un considerable montón de coles de Bruselas que se limpiaban solas.

—...Bill y yo casi hemos decidido que sólo tendgemos dos damas de honog. Ginny y Gabgielle quedagán monísimas juntas. Estoy pensando en vestiglas de colog ogo clago; el gosa le quedaguía fatal a Ginny con el colog de su pelo...

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora