Un adiós sincero

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Capítulo 10

El tiempo era frío, nublado, y ventoso, añadiendo que las nubes parecían a punto de empezar a diluviar. Todo justo acorde con su humor.

Andrea se vistió con parsimonia sin pensar demasiado en lo que hacía y mirando de vez en cuando a la ventana por si comenzaba a llover y tenía una excusa para no salir.

Al principio le había parecido muy buena idea visitar sus tumbas, pero cuanto más lo pensaba y le daba vueltas, más insegura se sentía sobre ello. Se preguntaba si realmente era lo correcto asistir, tal vez ni siquiera se merecía decirles adiós.

Se miró por última vez al espejo antes de salir. Deslizó el dedo sobre la cicatriz que la maldición había dejado en su rostro lo que parecía ya hace mucho tiempo. Al mirarse directamente a sus ojos ocres una lagrima solitaria se deslizó por su mejilla marcada. Andrea movió la mano de la cicatriz hasta ella y la tomó en el dedo. Cogió aire lentamente tratando de calmarse y salió de la habitación.

Bajó lentamente por las escaleras que conducían al primer piso y mientras se cubría las manos con los guantes que la señora Weasley le había entregado el día anterior junto al conjunto de color negro que llevaba ahora puesto.

Al llegar al rellano de la primera planta se apoyó sobre la barandilla y observó la ventana que daba al jardín ahora vacío y cubierto de roció. El sol había salido hacia tan solo una hora, pero ya se sobreponía por encima de las copas de los árboles mas lejanos.

Una de las puertas se abrió, y de ella se asomó la larga melena pelirroja de Ginny. Andrea se volvió lentamente mientras la chica reparaba en su presencia.

Andrea no había vuelto a salir de su cuarto porque no sabía muy bien cómo reaccionar cuando se encontraba con ellos. No sabía bien como empezar una conversación.

—Buenos días—dijo Andrea lentamente mientras se separaba de la barandilla.

—Buenos días—respondió la muchacha de forma más animada y con una pequeña sonrisa. Andrea y ella comenzaron a avanzar a la siguiente escalera—¿Cómo estás?

Andrea hizo una pequeña mueca. De nuevo le dolía un poco pensar en ello y hacia un esfuerzo por no volver a echarse la culpa.

—Lo siento—se justificó Ginny al ver el rastro de dolor en sus ojos.

—No te disculpes—murmuró Andrea precipitadamente— no pasa nada por preguntar, creo que estoy mejor.

Ginny sonrió.

—Me alegro.

Juntas continuaron bajando la escalera que llevaba hasta la cocina. En ella estaban ya desayunando Hermione, Harry, la señora Weasley y Fred.

Andrea nunca había visto a Fred tan formal, llevaba un traje con corbata de color negro. A la chica le pareció extraño la falta de color en él. Estaba tan acostumbrada a verle vestido en colores vivos que se quedó unos segundos observándole extrañada.

La señora Weasley también vestía de negro, ataviada con un vestido largo y una chaqueta oscura. La mujer paseaba con la varita en alto recogiendo y limpiando la cocina con increíble rapidez.

Andrea metida en su propia burbuja avanzó hasta la mesa y se sentó sin mirar a nadie. Los guantes comenzaban a agobiarla, así que tomó la punta de ambos y se los quitó mientras la señora Weasley dejaba frente a ella un plato con tostadas.

La chica tomó una y le dio un pequeño mordisco. Enseguida se dio cuenta de que no tenía nada de hambre así que volvió a dejarla sobre el plato con delicadeza. Observó ensimismada las marcas de sus manos ahora perceptibles sin los guantes, y después las apoyó sobre la mesa de madera cubierta por el mantel de tela.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora