Sectumsempra

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Capítulo 38

En la clase de Encantamientos de la mañana siguiente, Andrea y Harry, agotados pero muy satisfechos de la última clase particular con Dumbledore (y después de hacerles el hechizo muffliato a los que tenía más cerca), les explicaron a Ron y Hermione lo que había sucedido.

Sus dos amigos se mostraron muy impresionados por la manera con la que le habían sonsacado el recuerdo a Slughorn y se sintieron sobrecogidos cuando les hablaron de los Horrocruxes de Voldemort y les contaron que Dumbledore había prometido llevarlos con él si encontraba otro de éstos.

—¡Uau! —exclamó Ron embelesado, mientras agitaba distraídamente su varita apuntando al techo sin prestar la menor atención—. ¡Uau! Vais a ir con Dumbledore... para destruir... ¡Uau!

—Ron, estás provocando que nieve —le advirtió Hermione con paciencia, y le desvió la varita para que dejara de apuntar al techo, del que empezaban a caer unos gruesos y blancos copos.

Lavender Brown, que tenía los ojos enrojecidos, fulminó con la mirada a Hermione desde una mesa cercana, y ésta soltó el brazo de Ron.

—¡Oh, vaya! —se asombró el muchacho, y se miró los hombros—. Lo siento... Ahora parece que todos tengamos una caspa horrible. —Sacudió la nieve falsa que Hermione tenía en el hombro y Lavender rompió a llorar. Ron puso cara de sentirse tremendamente culpable y le dio la espalda—. Es que anoche cortamos cuando me vio salir del dormitorio con Hermione —les explicó a Andrea y a Harry por lo bajo—. Como a vosotros no podía veros porque llevabais puesta la capa, creyó que habíamos estado solos.

—Bueno, pero no te importa que se haya acabado, ¿no? —preguntó Harry.

Andrea miró a Lavander, que se limpiaba la cara con un pañuelo. Tal vez no se lo echaría a su amigo en cara, pero sentía que él solo había usado a Lavander, y nadie se merecía eso.

—No —admitió Ron—. Fue muy desagradable cuando se puso a chillarme, pero al menos no tuve que cortar yo.

—Cobarde —dijo Hermione, aunque daba la impresión de que aquella historia le resultaba graciosa—. En fin, se ve que la pasada noche fue mala para los romances en general. Ginny y Dean también han cortado, Harry.

Andrea miró a Harry con suspicacia, esperando a ver su reacción. El chico pareció hacer un gran esfuerzo para no cambiar la expresión y por hablar con un tono lo más indiferente posible, preguntó:

—¿Qué ha pasado?

—Pues mira, ha sido por una tontería. Ginny le dijo que estaba harta de que siempre la ayudara a pasar por el hueco del retrato, como si no pudiera hacerlo ella sola. Pero la verdad es que hacía tiempo que no les iban bien las cosas.

Andrea miró a Dean, en el otro extremo del aula, y comprobó que no parecía nada contento.

—Esto te plantea un pequeño dilema, ¿verdad? —dijo Andrea.

—¿Qué quieres decir? —se apresuró a replicar Harry.

—El equipo de quidditch —aclaró Andrea sonriéndole—. Si Ginny y Dean no se hablan...

—¡Ah! ¡Ah, sí! Claro...

—Que viene Flitwick —les previno Ron.

El menudísimo maestro de Encantamientos se dirigía bamboleándose hacia ellos, y Andrea y Hermione eran las únicas que habían logrado convertir el vinagre en vino; sus frascos de cristal estaban llenos de un líquido rojo oscuro, mientras que los frascos de Harry y Ron todavía presentaban un contenido marrón fangoso.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora