Promesas rotas

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Capítulo 34

TW: MENCIÓN ABUSO SEXUAL Y AGRESIÓN

El despacho apareció delante de ella justo en el momento en que sus rodillas cedieron hacia delante obligándola a apoyarse en la mesa para no caer.

— ¿Cómo? — exclamó al director. Tras ella los retratos comenzaron a murmurar al verla gritar— ¿Cómo lo hizo? Juró que le obedecería y si no lo hacía morirían, pero se reveló, me protegió, habló con su hermano...Es imposible, un pacto de sangre no se puede romper. 

—Eso no es del todo cierto—contestó Dumbledore con calma—un pacto de este tipo se puede romper, es complicado, pero no imposible. Yo rompí uno con Grindelwald y ayudé a Atenea a romper el suyo.

—Sigue siendo imposible...—murmuró Andrea confundida—los habría matado igual.

—No, había lagunas en ese juramento. Atenea nunca me lo dijo a la cara, pero pasado el tiempo, cuando volvió a tener el control de sí misma se dio cuenta de lo que realmente ocurría y comenzó a dejarme pistas. Al final el pacto se rompió, pero fue un accidente planeado. Cada paso en falso podía causar la muerte de muchas personas.

La muchacha se llevó las manos a la cabeza y frotó su frente con los dedos tratando de alejar el dolor que desde hacía rato le molestaba.

—Si deseas parar, podemos parar—sugirió Dumbledore.

Andrea levantó la cabeza y comenzó hacer cuentas.

—1979...un año... ¡Usted lo sabía! —le acusó señalándole con el dedo— usted sabía que Peter era el espía. ¿Cómo? ¿Cómo pudo hacerles eso?

—No lo sabía, tenía mis dudas.

Andrea tomó un objeto de la mesa y lo lanzó contra la ventana. Estaba cabreada con el director, y las emociones que sentía tras ver el recuerdo no la ayudaban a relajarse.

—No me mientas, siempre lo supo—murmuró con rabia— ¡ellos confiaban en usted! Sacó el recuerdo de ella, lo que quiere decir que lo hizo antes de que falleciera y eso sucedió semanas antes de que Harry acabara con él. Pudo haberlo evitado...

Dumbledore no se defendió ante las acusaciones.

—Cuando pude hacer algo ya era muy tarde. Me dolió como a todos su perdida.

Andrea no le creyó, pero no protestó, no tenía ningún sentido. Aunque la verdadera razón por la que se contenía era la voz fría de Voldemort volviendo a resonar en su cabeza repitiendo una y otra vez que lo matara.

No se sintió mal al saber que en aquel momento lo habría hecho sin remordimientos. Tal vez si era cierto que Voldemort la había convertido en un monstruo.

—Queda todavía un recuerdo—le dijo Andrea rascando su antebrazo por encima del jersey y la marca. Necesitaba terminar con ello lo antes posible.

El director asintió mirándolo.

—¿Estás segura de que quieres proseguir?

—Sí.

—De todos, opino que este puede ser el más doloroso.

—Quiero verlo—exigió ella.

No quería más mentiras, prefería presenciarlo, ya sabía que la verdad dolía. Le habían mentido toda su vida.

El director no volvió a contradecirla y comenzó con la explicación.

—Avanzamos en el tiempo, dos años más tarde. Ya habías nacido y el vial había sido destruido unas semanas antes. Por el bien de los que quería, ella prosiguió con su tapadera. Como has visto, no solo la manipulaba con el juramento, también utilizó magia muy oscura para mantenerla bajo su control, esclavizarla. Esa maldición se desvaneció poco a poco con el tiempo, sobretodo durante su embarazo en el que no parecía casi afectarla y solo valían las amenazas de Voldemort para mantenerla atada a él. Tras tu nacimiento el hechizo la afectaba en momentos de debilidad que él provocaba al torturarla. Pero a pesar de ello, consiguió comunicarse con sus antiguos amigos, con las personas que había querido antes de que Voldemort la borrará del mapa y la tuviera en cautiverio sin ser consciente de lo que ocurría.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora