La mordedura de la víbora

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Capítulo 44

Andrea sintió como si ella también saltara por los aires. Aquello no era real, no podía haber pasado

—Fuera de aquí, rápido —ordenó Snape.

Agarró a Malfoy por la nuca y lo empujó hacia la puerta; Greyback y los achaparrados hermanos los siguieron, estos últimos resollando enardecidos. Bellatrix la empujó hacia la puerta, inmovilizada y la obligó a bajar los escalones con rapidez.

Antes de que cerrara la puerta echó un último vistazo a la torre. ¿Dónde estaba Harry? Se preguntó por qué no había aparecido y había tratado de evitarlo.

—Qué excursión más divertida, ¿no crees Bletchley? —preguntó Bellatrix agarrándola con más fuerza.

Había cambiado la varita de lugar y ahora la clavaba entre sus costillas para que le fuera más fácil arrastrarla por el castillo.

La mortífaga la empujó con fuerza por los diez últimos peldaños de la escalera de caracol y entraron en el corredor sin siquiera detenerse.

El oscuro pasillo estaba invadido por una nube de polvo, pues se había derrumbado una parte del techo. Vio que había varias personas peleando, pero cuando intentó distinguir quién luchaba contra quién, oyó a aquella voz odiosa gritar: «¡Ya está, tenemos que irnos!», y vio desaparecer a Snape por una esquina al final del pasillo; Malfoy y él se habían abierto paso a través de la pelea y habían salido ilesos.

Bellatrix los siguió, Andrea gritó, pero sus llamadas de auxilio quedaban ahogadas por el ruido de la pelea. Cuando intentó huir de nuevo Bellatrix movió la varita y una descarga recorrió todo su cuerpo.

La chica aulló de dolor, pero la mujer no se detuvo y siguió arrastrándola por los pasillos del castillo tratando de seguir a Snape y a Malfoy que corrían delante de ellas.

Habían dejado atrás a los hermanos, y a Greyback, pero eso no parecía pararlos de seguir. Andrea trataba con cada cruce deshacerse de su agarre, y con cada uno, se llevaba un golpe o una descarga.

Unos pocos más y se desfallecería en medio del pasillo obligando a Bellatrix a arrastrarla. La chica prefería eso que continuar por voluntad propia.

Tras ellas sonaron más explosiones. Andrea escuchó a Bellatrix maldecir por lo bajo y después un dolor agudo le recorrió las costillas cuando la bruja se desahogó con ella. Andrea volvió a gritar, ya no solo de dolor, sino tratando de pedir ayuda por si alguien la escuchaba.

Los pasillos se hicieron más amplios a medida que bajaban a los pisos inferiores y Andrea comenzaba a perder la esperanza de tener alguna oportunidad para escapar.

La chica vio horrorizada que había alumnos en los pasillos, se apartaban asustados ante la sola visión de Bellatrix. Ninguno hizo nada para evitar que ella siguiera arrastrándola, a pesar de que Andrea se retorcía, pataleaba y gritaba, tratando de anclar los pies al suelo para dificultar moverla.

Bellatrix la pegó otra bofetada arrancándole las lágrimas de los ojos al mismo tiempo que la torturaba con la varita, Andrea volvió a chillar de dolor afónica. Tenía la garganta tan seca que los gritos no hacían más que dejarla más ronca.

—Quédate quieta—siseó con rabia.

Andrea escupió la sangre en el suelo, pero no alcanzó a dar a Bellatrix. Ella le dio otro empujón clavando de nuevo la varita, pero ella no se movió.

—¿Se puede saber a qué juegas? —preguntó la mujer con odio.

—Me has dicho que me quede quieta—se limitó a contestar ella con la garganta seca.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora