Una navidad helada

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Capítulo 24

Llevaban ya unos días de vacaciones cuando Andrea por fin pudo ver a Fred y a George. Se había levantado pronto y Molly le había dado la noticia de que finalmente llegarían ese día.

Andrea había decido esperarlos sentándose al lado de las botas de goma en la entrada. Esta estaba cubierta de nieve y le había tenido que pedir a la señora Weasley que derritiera una parte. Había tomado uno de los muchos libros que tenía en el baúl sin leer y se había enfrascado en la lectura dejando los minutos correr.

Cuando Andrea llevaba medio libro y se estaba empezando a poner nerviosa se produjeron dos estampidos seguidos casi al mismo tiempo. Andrea se levantó dejando caer el libro, (tampoco era tan interesante) y corrió hacia ellos sintiéndose el cliché de cualquier película romántica muggle antes de lanzarse a los brazos de Fred que la elevó sonriendo en el aire.

No sabía si alguien estaba mirando, pero no le importó al darle un rápido beso en los labios.

—¡Oye! —exclamó George que se había apartado un poco para no ser golpeado— yo también quiero mi abrazo.

Fred se acercó un poco más a él y sonrió. Sin bajar a la chica al suelo se la lanzó a su hermano. Andrea gritó sobresaltada mientras que, por suerte, George la atrapaba al vuelo, todavía asustada abrazó al chico notando como sus pies volvían a tocar el suelo.

En cuanto se soltó de George se volvió a Fred tratando de estar enfadada, pero lo cierto era que le había llegado a parecer divertido. Se acercó y le golpeó en el brazo con el puño.

—¿Estás loco? —preguntó Andrea tratando de no reírse al escuchar sus carcajadas contagiosas—podrías haberme matado.

—¿Confiarás en algún momento en nosotros? —preguntó Fred divertido.

—No si me seguís haciendo eso—le recriminó ella cruzándose de brazos en un intento de mostrarse seria.

La puerta de la casa había vuelto abrirse y allí se encontraba la señora Weasley sonriendo radiante a sus hijos.

—¿Estáis bien? Me había parecido escuchar un grito—les dijo observándolos con los brazos cruzados sobre el mandil de flores que vestía.

—Ha sido Andrea, que se moría por vernos—respondió George con picardía.

—Pensé que había sido uno de vosotros dos—contestó Molly con una ceja alzada.

Andrea comenzó a reírse y los gemelos ofendidos la arrastraron hacia la casa. Recogiendo su libro del suelo y las botas que había derribado al levantarse. Entraron en la cocina donde estaba el señor Weasley que había tenido que trabajar toda la noche y mostraba un aspecto cansado al sorber su café.

—¡Fred!¡George! Bienvenidos—exclamó levantándose de su silla de repente con nueva energía—¿Qué tal los negocios? ¿Cómo va la tienda?

George se dejó caer en el asiento al lado de su padre y comenzó a explicar emocionado todos los detalles posibles de su trabajo. Fred no desaprovechó la oportunidad. Volvió a tomar a Andrea de la mano y salieron juntos de la cocina. Su tacto le dio de nuevo ese cosquilleo que había echado de menos.

Él comenzó a subir las escaleras mientras ella le seguía tratando de seguir su ritmo. Ascendieron hasta el segundo piso donde Fred abrió la puerta de su habitación y ambos pasaron rápidamente. Andrea le dio con el pie a la puerta cerrándola completamente mientras el chico se volvía hacia ella.

—Por fin...—susurró Fred acercándose.

Andrea sonrió y colocó sus manos sobre sus hombros, estos se tensaron bajo su tacto. Se puso de puntillas apoyándose sobre él, seguía siendo bajita comparada con Fred.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora