Espionaje Élfico

54 6 8
                                    

Capítulo 32

Durante la semana siguiente, Andrea se estrujó el cerebro buscando una manera de que Slughorn les entregara el auténtico recuerdo, pero no se le ocurrió ninguna idea genial y se acabó casi rindiendo al contrario de Harry que acabó recurriendo a lo que últimamente solía hacer cuando se sentía perdido: enfrascarse en su libro de Pociones con la esperanza de que el príncipe hubiera garabateado algún comentario útil en alguna página.

—Ahí no vas a encontrar nada —le dijo Hermione el domingo por la noche.

—No empieces, Hermione. Si no llega a ser por el príncipe, ahora Ron no estaría aquí sentado.

—Estaría aquí sentado si hubieras escuchado a Snape en primero —repuso ella con desdén.

Harry no le hizo caso. Parecía haber encontrado algo sumamente interesante en el libro. Miró de refilón a su amiga, pero no debió parecerle oportuno hacerlo delante de Hermione, así que dobló con disimulo la esquina de la hoja.

Estaban sentados delante del fuego en la sala común, donde aún quedaban unos pocos compañeros de sexto que pronto se irían a dormir.

Un rato antes, al volver de cenar, hubo cierto alboroto porque en el tablón de anuncios habían puesto un letrero con la fecha del examen de Aparición. Los alumnos que el 21 de abril —fecha del primer examen— tuviesen diecisiete años podrían apuntarse a sesiones de prácticas complementarias que comenzarían justo el día de su cumpleaños.

—Genial, pasaré el cumple mareada—dijo Andrea en cuanto vio el anunció.

Se realizarían en Hogsmeade rodeadas de estrictas medidas de seguridad. A Ron le entró pánico al leer la noticia porque todavía no había conseguido aparecerse y temía no estar preparado para aprobar el examen; Andrea que lo dominaba casi todas las veces, se sentía completamente preparada y Hermione, que ya había logrado aparecerse tres veces, se sentía un poco más confiada, pero Harry, que cumpliría los diecisiete años cuatro meses más tarde, no podría examinarse, aunque estuviera lo bastante preparado.

—¡Pero tú al menos sabes aparecerte! —le dijo Ron con nerviosismo—. ¡Cuando llegue julio no tendrás ningún problema!

—Sólo lo he hecho una vez —le recordó Harry.

Al fin, en la última clase, había conseguido desaparecerse y rematerializarse dentro de su aro. 

Ron, que había perdido bastante tiempo hablando de sus preocupaciones respecto a la Aparición, se decidió a terminar una redacción condenadamente difícil, encargada por Snape, que Andrea, Harry y Hermione ya habían acabado.

—En serio, Harry, ese estúpido príncipe no os ayudará en esta misión —insistió Hermione—. Sólo hay una manera de obligar a alguien a hacer lo que uno quiera: la maldición imperius, pero es ilegal...

—Sí, ya lo sé, gracias —dijo Harry sin desviar la mirada del libro—. Por eso busco algo diferente. Dumbledore nos advirtió que el Veritaserum no serviría, pero quizá encuentre otra cosa: alguna poción o algún hechizo...

—No estáis enfocando bien este asunto —se obstinó su amiga—. Dumbledore afirma que sois los únicos que pueden sonsacarle ese recuerdo. Eso da a entender que vosotros podéis convencerlo con algo que no está al alcance de nadie más. No se trata de hacerle beber una poción; eso podría hacerlo cualquiera...

—¿«Belijerante» va con uve? —dijo Ron, sacudiendo la pluma entre los dedos y sin desviar la vista de su hoja de pergamino—. Creía que iba con be.

—Va con be y ge —corrigió Hermione echando un vistazo a la redacción—. Y «augurio» se escribe sin hache. ¿Qué pluma estás utilizando?

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora