Uno tras otro

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Capítulo 4

Andrea volvía a encontrarse gritando con todas sus fuerzas mientras Voldemort la torturaba sin piedad. La chica estaba de rodillas maniatada por una fuerza invisible en las muñecas. Había cumplido su promesa y Andrea llevaba una semana soportando los castigos.

Voldemort giró lentamente la varita de manera que la intensidad aumentaba.

Era como si alguien le clavara diez cuchillos al mismo tiempo y los retorcieran sin parar. Andrea ya no tenía ni lágrimas, tenía los ojos tan secos como su garganta, su voz sonaba ronca y cada grito no solo desgarraba el aire sino también sus cuerdas vocales.

Voldemort hizo un brusco giró de muñeca y Andrea salió volando hacia la pared golpeándose con fuerza la espalda. Por un momento sintió que el golpe la dejaba sin aire y le ardía el costado como si se hubiera vuelto a romper una de las costillas.

Andrea cayó al suelo casi desfallecida y se tambaleó al intentar incorporarse. Voldemort no la dejó ni sentarse porque rápidamente se deslizó hasta donde ella estaba tendida y volvió a apuntarla con la varita.

El rayo rojizo impactó directamente en su pecho y Andrea volvió a gritar, y a tratar de huir revolviéndose en el suelo mientras la violencia del hechizo aumentaba.

—Déjame...—suplicó Andrea sin aliento—mátame, pero hazlo ya...

La presión que sentía en el pecho descendió de golpe. Voldemort había dejado de apuntarla con la varita. Tocó la punta, todavía caliente, con sus largos y fríos dedos, ya no sonreía con malicia.

—Prefieres morir...—dijo él con su voz silbante—Antes que unirte a mí.

Andrea se apoyó sobre las palmas de las manos y levantó la cabeza con mucho esfuerzo para poder mirarle a los ojos sangre.

—Eres un monstruo.

Voldemort dejó escapar su risa estridente. Parecía resultarle muy divertido que le compararan con una bestia. Andrea podría haberle soltado muchas más cosas, pero esa palabra le definía bien su actitud desalmada y, además, le costaba mucho pensar con claridad.

—Verás...no puedo matarte—comenzó diciendo Voldemort mientras se agachaba a su lado—así que no te queda otra que obedecer a tu padre. —terminó con de nuevo una horrible sonrisa en sus labios.

—TU NO ERES MI PADRE—gritó Andrea con la voz rota mientras sus manos y piernas temblaban mientras intentaban mantenerla incorporada.

—Algún día comprenderás...—prosiguió él sin inmutarse—comprenderás a quien debes ser leal...—y luego añadió como si esperara a que se cumpliera pronto—cuando todos te abandonen...Te unirás a mí.

—JAMÁS—volvió a gritar ella casi sin voz—prefiero la muerte.

Como Andrea ya le había visto otras veces hacer, Voldemort volvió a ponerse recto y comenzó a caminar por delante de ella con aires de superioridad.

—También tienes que entender que no puedes hacer eso...morir—dijo Voldemort sin dejar de caminar arrastrando la túnica negra que siempre solía llevar puesta.—Es decepcionante, lo sé, pero también lo es que tu única hija termine en Gryffindor...Además, ¿qué clase de padre sería si dejara que ocurriera eso? —preguntó con un tono burlón y despectivo.

—Pues no me queda otra que decepcionar a mi padre—contestó Andrea fingiendo una voz triste y pronunciando la última palabra como un insulto.

Voldemort se giró en seco y se volvió hacia ella.

—Si tú mueres—dijo él con un tono que demostraba que deseaba que realmente quería que eso ocurriera y Andrea lo miró asqueada—condenarás a tus amigos, a aquellos que eres tan estúpida de amar—continuó con una mueca—. Habrás condenado a todos y cada uno de ellos al mismo destino que tú quieres. Yo me encargaré de torturarlos y matarlos—comentó como si fuera un simple pasatiempo— y todo será por tu culpa.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora