El extraño comportamiento de Tonks

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Capítulo 35

Le costó un rato darse cuenta de lo que había hecho, de calmarse y fijarse en la sangre que goteaba sobre el suelo.

Ahora todo su antebrazo escocía y no se debía solo a la presencia de la marca. Se llamó unas tres veces estúpida mientras sacaba la varita, se había vuelto a dejar llevar por las emociones y ahora sufría las consecuencias.

Trató de curárselo, pero no había forma de hacerlo con la varita sin rozar la marca y llamar a Voldemort.

Tras pasearse de arriba abajo por el aula, dejando un rastro de color escarlata se deshizo de las náuseas y el mareo que le había dejado la experiencia en el pensadero. Cogió la caja tratando de mancharla lo menos posible y se dirigió a la única solución que se ocurría.

La señora Pomfrey no haría muchas preguntas, sería más discreta que entrar en la sala común con la manga ensangrentada para tratar de que la marca no se viera. En su mente se reproducía un escenario en el que alguien corría a ayudarla y sin dejarla reaccionar levantaba la manga para desmayarse seguidamente.

Como era domingo por la mañana, la mayoría estaban en sus respetivas salas comunes y no se encontró a nadie. Cuando abrió la puerta de la enfermería también la encontró vacía. Por un momento temió que la enfermera se hubiera marchado para las prácticas de aparición pero sus pasos resonaron al final de la sala y no tardó en aparecer.

—¿Qué ocurre? —preguntó antes de verla— ah, buenos días Bletchley. ¿Qué te pasa?

Andrea enseñó el brazo en respuesta y una sonrisa inocente en la cara. La señora Pomfrey frunció el ceño en reproche.

—¿Cómo te has hecho eso? —exclamó acercándose y agarrándola del brazo para observarlo.

Andrea tuvo que hacer equilibrios para que la caja de su madre no se cayera cuando la enfermera la arrastró hasta una de las camillas y cerró las cortinas alrededor de ellas para que nadie pudiera verlo.

—Bueno, digamos que he tenido un pequeño ataque de rabia—murmuró dejando a su lado el paquete.

La mujer la miró preocupada mientras limpiaba la herida, pero ella agitó la cabeza indicándole que no se preocupara por ello.

—¿Por qué no estás en clases de aparición? —preguntó distrayéndola del escozor que provocaba el trapo húmedo— pensaba que cumplías antes del mes de abril.

—Y así es, hoy justo—contestó casualmente.

La enfermera dio un tirón de su brazo y la miró resoplando.

—Alguien debería explicarte que esto—dijo sacudiendo su mano izquierda—no es lo que se hace en un cumpleaños, felicidades, por cierto.

Andrea le sonrió. La enfermera se dio la vuelta murmurando una poción mientras ella le respondía:

—¡Gracias! Es que he estado con Dumbledore antes de que se marchara, tenía que enseñarme unas cuantas cosas, sobre...sobre mi madre—dejó caer como quien no quiere la cosa.

Pomfrey se dio la vuelta sorprendida con un tarro en la mano.

—¿Tu madre? —preguntó dubitativa mientras desenroscaba la tapa y dejaba ver una crema azul brillante.

La muchacha asintió.

—Atenea Bletchley, usted la conoció ¿verdad?

La enfermera suspiró dejándose caer a su lado. Andrea extendió de nuevo el brazo limpió, ahora los cortes sangraban un poco menos.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora