Cambiante como el mar

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Capítulo 22

No pasó mucho tiempo hasta que Andrea volvió a encontrarse con Draco Malfoy.

Agobiada rápidamente por la babosa pareja que formaban Lavander y Ron, que no parecía despegarse más que para coger aire, por el Harry celoso que lanzaba constantes miradas a Dean y Ginny, y la frialdad con la que Hermione se comportaba tras el partido, la hacían coger su capa y refugiarse en el aula abandonada de la que siempre encontraba la puerta.

La tercera vez que tuvo que utilizar aquel recurso, se había marchado de la sala común tras la cena. Hermione había desaparecido, Harry había comenzado a hacer los deberes y Ron como no, había sido atraído por la boca de Lavander como un imán.

Andrea necesitaba a sus amigos, se sentía egoísta por querer que la prestaran algo de atención, pero con el invierno acercándose se había sentido cada vez peor.

Su ánimo se había derrumbado cuando no más de una semana antes la marca había vuelto a arder con mucha fuerza en su brazo. La chica que casi se había olvidado de aquella maldición, tuvo que morderse el labio para no gritar cuando el calambrazo había recorrido todo su brazo.

Lo peor de todo no había sido el dolor, sino haberlo pasado sola.

Frotándose la frente que desde hacía muchos días la molestaba con un dolor de cabeza remitente, recorría el pasillo del sexto piso dirigiéndose a la que había nombrado su "guarida".

Subió las escaleras y llegó al helado balcón para sentarse entre las cajas. Allí sola se permitió derrumbarse sacando la última carta que había recibido de Fred. No la había leído delante de sus amigos por miedo a no poder aguantar con una sonrisa, ellos ya tenían suficientes problemas. Andrea no quería molestarles con más.

Con la mano enfundada en un guante por el frio abrió torpemente el sello de la carta y desdobló el pergamino.

Querida Andrea,

Me alegra saber que sigues bien, al menos estás feliz.

En la última carta le había mentido. Andrea se mordió el labio con preocupación y al hacerlo le supo a sangre, llevaba toda la semana repitiendo aquel gesto y la herida se había ido haciendo más profunda.

Como ya te comenté en la última carta, George y yo estamos hasta arriba de trabajo. La venta del surtido anti-malos dolores está por las nubes, más incluso que en verano.

"Surtidos anti-malos dolores" era la forma que tenían los gemelos de llamar a todos los productos que vendían al ministerio para protegerse de los mortífagos y sus aliados.

Siento no haberte escrito antes, nos habíamos retrasado tanto que nos pasamos una semana entera trabajando sin casi dormir. Deberías haber visto a George, chocaba contra las paredes por el sueño.

No hay muchas cosas más que contar, o al menos que pueda escribirte. Muchas preferiría decírtelas en persona.

Ya no queda nada para Navidad, y sabes lo que eso significa. Estoy deseando verte.

Con cariño, pero sin pasarse,

Fred.

Andrea continuó mirando el papel mientras notaba que una gota caía desde su nariz sobre la letra cursiva del chico. Alzó la mano y restregó la manga de la capa contra sus mejillas.

La puerta del aula se abrió súbitamente y Andrea elevó la cabeza guardando la carta precipitadamente entre su túnica. Draco Malfoy irrumpió iracundo y enfadado con una manzana de color verde brillante en la mano, soltó un gruñido y de improviso lanzó la fruta con fuerza por el balcón haciendo que desapareciera en la oscuridad.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora