Felix Felicis

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Capítulo 21

A primera hora del día siguiente, Andrea y Harry tuvieron clase de Herbología. Durante el desayuno no pudieron contarles a Ron y Hermione en qué había consistido su clase con Dumbledore por miedo a que alguien los oyera, pero lo hicieron mientras atravesaban el huerto, camino de los invernaderos. El fuerte viento del fin de semana había dejado de soplar por fin, aunque se había instalado de nuevo aquella extraña neblina, de modo que tardaron un poco más de lo habitual en dar con el invernadero que buscaban.

—¡Uf, qué miedo debía de dar el joven Quien-tú-sabes! —dijo Ron en voz baja.

—Pues tenía un aire a Andrea—comentó Harry mientras se sentaban alrededor de una de las retorcidas cepas de snargaluff, el objeto de estudio de ese trimestre, y se enfundaban los guantes protectores.

La aludida le miró frunciendo el ceño sin saber cómo interpretar su comentario.

—Pero lo que sigo sin entender es por qué Dumbledore os enseña todo eso. Ya sé que es muy interesante y demás, pero ¿para qué sirve? —prosiguió Ron sin hacer caso a lo que Harry había dicho.

—No lo sé —admitió Andrea—. Pero, según él, —imitó la voz del anciano con sorna— "es muy importante y nos ayudará a sobrevivir".

Harry sonrió ante su imitación antes de ponerse el protector de dentadura.

—Yo lo encuentro fascinante —opinó Hermione—. Es fundamental reunir el máximo de información acerca de Voldemort. Si no, ¿de qué otro modo podríais descubrir sus debilidades?

—¿Qué tal estuvo la última fiesta de Slughorn? —le preguntó Harry con voz pastosa a causa del protector.

—¡Ah, pues muy divertida! —contestó Hermione mientras se ponía las gafas protectoras—. Hombre, se pasa un poco hablándonos de ex alumnos famosos y le hace un montón la pelota a McLaggen porque conoce a mucha gente influyente, pero nos ofreció una comida deliciosa y nos presentó a Gwenog Jones.

—¿Gwenog Jones? —preguntó Ron abriendo mucho los ojos tras sus gafas—. ¿La famosa Gwenog Jones? ¿La capitana del Holyhead Harpies?

Andrea se arrepintió de no haber asistido a aquella reunión.

—Exacto. Personalmente, la encontré un poco creída, pero...

—¡Basta de cháchara! —los reprendió la profesora Sprout, que se había acercado y los miraba con gesto adusto—. Os estáis retrasando. Vuestros compañeros ya han empezado y Neville ha conseguido extraer la primera vaina.

Los cuatro amigos miraron. Era verdad: Neville, con un labio ensangrentado y varios arañazos en la mejilla, aferraba un objeto verde del tamaño de un pomelo que latía de forma repugnante.

—¡Sí, profesora, ahora mismo comenzamos! —dijo Ron, y cuando la profesora se dio la vuelta, añadió en voz baja—: Tendrías que haber utilizado el muffliato, Harry.

—¡De eso nada! —saltó Hermione y puso cara de enfado, como hacía siempre que el Príncipe Mestizo y sus hechizos salían en la conversación—. ¡Vamos, vamos! Pongámonos a trabajar... —Y torció el gesto, aprensiva.

Todos respiraron hondo y se abalanzaron sobre la retorcida cepa con que les había tocado lidiar. La cepa cobró vida al instante y de su parte superior brotaron unos tallos largos y espinosos como de zarza. Uno de ellos se enredó en el cabello de Hermione, pero Andrea lo rechazó con unas tijeras de podar. Harry consiguió atrapar un par y les hizo un nudo.

Entonces se abrió un agujero en medio de las ramas con aspecto de tentáculos. Demostrando gran valor, Hermione metió un brazo en el agujero, que se cerró como una trampa y se lo aprisionó hasta el codo. Andrea, Harry y Ron tiraron de los tallos y los retorcieron, obligando al agujero a abrirse otra vez, de modo que Hermione logró sacar una vaina igual que la de Neville. De inmediato los espinosos tallos volvieron a replegarse y la nudosa cepa se quedó quieta como si fuera un inocente trozo de madera muerta.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora