El lamento del Fénix

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Capítulo 45

Cuando Andrea volvió en si lo primero que notó fue un pinchazo en el costado izquierdo, punzante pero que iba disminuyendo cuanto más relajada era su respiración. Al abrir los ojos vio a la enfermera, que daba los últimos retoques a la venda.

Andrea forzó la vista, sentía que procesaba las cosas con lentitud y supo que todavía perduraban los efectos de alguna anestesia. No había pasado mucho desde que había perdido el conocimiento, porque la enfermería presentaba el mismo panorama, pero al menos no tenía una daga sobresaliendo de su tripa.

La señora Pomfrey alzó la vista y vio que estaba despierta. Andrea le sonrió como si se acabaran de encontrar en la calle.

—Una herida de daga...lo que te faltaba—murmuró golpeando el vendaje con la varita— No sé cómo te dejan salir si siempre acabas metida en un lío.

—Sabes que es porque me encanta pasar tiempo contigo—contestó ella alzando la mano y tocándose la nariz. Estaba limpia y ya no dolía, ni siquiera estaba torcida.

Pomfrey la golpeó con un trapo en la cabeza frunciendo los labios.

—Me vas a matar del susto Andrea— la regañó— y a este muchacho también.

Andrea giró la cabeza para ver a Fred, todavía llevaba puesta la camisa que se había llenado de sangre, pero ya no parecía preocupado, sino enormemente aliviado de verla despierta y sonriente.

La chica alzó la mano al cuello de su camiseta y lo atrajo hasta besarle en los labios.

—Tienes la camiseta un poco sucia—musitó cuando Fred, muy sonriente, se volvió a poner recto.

—Por qué será...—se preguntó él con ironía mirando al vendaje que cubría la herida.

Hermione y Ron se acercaron a la cama viendo que estaba despierta.

—¿Enserio Andrea? —preguntó Ron un poco molesto—¿no había nada mejor que mi hermano?

Fred pareció a punto de darle una colleja.

—No, no había nada mejor—le respondió su amiga negando levemente con la cabeza. «Porque es el mejor» continuó en su cabeza.

Hermione se inclinó sin decir nada y la abrazó con fuerza, Andrea notó su cuerpo dolorido al hacerlo, pero no se quejó. No quería separarse de ella.

—Te acaban de apuñalar, y estás aquí como si nada—le recriminó cuando por fin la dejó ir.

Lo cierto era que por dentro seguía temblando, y que, si no fuera porque lo único más seco que su garganta eran sus ojos, también podría estar llorando. Pero prefirió mantener aquella fachada tranquila, a perder de pronto los nervios.

Tenía claro que ellos no sabían lo que había ocurrido por Dumbledore, no podían saberlo si estaban tan tranquilos.

La señora Pomfrey se desplazó a la otra cama y Andrea vio una cara irreconocible sobre la almohada; Bill tenía tantos cortes y magulladuras que costaba identificarlo. La enfermera comenzó a aplicarle en las heridas un ungüento verde de olor penetrante.

Estuvo a punto de decir algo cuando las puertas de la enfermería volvieron a abrirse. Harry y Ginny entraron, el primero lleno de heridas y con los ojos llorosos. Andrea se preguntó por un instante si habría llegado a perseguir a Snape.

Todos se volvieron hacia ellos. Hermione corrió hacia Harry y lo abrazó; Lupin también fue hacia él, con gesto de aprensión.

—¿Te encuentras bien, Harry?

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora