Las palabras de la vidente

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Capítulo 41

Tras el día con Fred y las esperanzas que le dio saber que tendría un sitio al que ir al final de curso, el tiempo corrió un poco más rápido y la estancia se hizo más amena. Con todo ello llegó junio y los exámenes finales.

Una de aquellas noches de estudio, en la que estaban los tres sentados en la sala común intentando terminar los deberes de Herbología a pesar de que Harry estaba en las nubes y Ron no dejaba de girar la pluma. Hermione se sentó entre Andrea y Harry con una expresión de determinación que no auguraba nada bueno.

—Tenemos que hablar, Harry.

—¿De qué? —preguntó él con recelo. El día anterior ella lo había regañado por distraer a Ginny aun sabiendo que tenía que prepararse para los exámenes.

—Del presunto Príncipe Mestizo.

—¿Otra vez? —gruñó—. ¿Quieres hacer el favor de olvidarte de ese tema?

Andrea sabía que Harry no se había atrevido a volver a la Sala de los Menesteres para recuperar el libro, y por ese motivo ya no obtenía tan buenos resultados en Pociones (aunque Slughorn, que sentía simpatía por Ginny, lo atribuía a su enamoramiento).

—No pienso callarme hasta que me hayas escuchado —dijo Hermione sin amilanarse—. Mira, he estado investigando un poco sobre quién podría tener como hobby inventar hechizos oscuros...

—Él no tenía como hobby...

—¡Él, siempre él! ¿Cómo sabes que no era una mujer?

—Eso ya lo hablamos un día. ¡Príncipe, Hermione! ¡Se hacía llamar príncipe!

—¡Exacto! —exclamó ella con las mejillas encendidas, mientras sacaba de su bolsillo un trozo viejísimo de periódico y se lo ponía delante dando un porrazo en la mesa—. ¡Mira esto! ¡Mira la fotografía!

Harry cogió el papel, que se estaba desmenuzando, y contempló la amarillenta fotografía animada; Andrea y Ron se inclinaron también para echarle un vistazo.

Se veía una muchacha muy delgada de unos quince años. Era más bien feúcha y su expresión denotaba enfado y tristeza; tenía cejas muy pobladas y una cara pálida y alargada. El pie de foto rezaba: «Eileen Prince, capitana del equipo de gobstones de Hogwarts.»

—¿Y qué? —dijo Harry leyendo por encima el breve artículo que explicaba una historia muy aburrida acerca de las competiciones interescolares.

—Se llamaba Eileen Prince. «Prince», Harry.

Se miraron y pareció comprender lo que Hermione trataba de decirle. Soltó una carcajada.

—¡Anda ya!

—¿Qué?

—¿Crees que ésta era el Príncipe Mestizo? Por favor, Hermione...

—¿Por qué no? ¡En el mundo mágico no hay príncipes auténticos, Harry! O es un apodo, un título inventado que alguien adoptó, o es una forma de disfrazar su verdadero apellido, ¿no? ¡Escúchame! Supongamos que su padre era un mago apellidado Prince y que su madre era muggle. ¡Eso la convertiría en una «Prince mestiza» o, dicho de otro modo, para despistar, en un Príncipe Mestizo!

—Sí, Hermione, es una teoría muy original...

—¡Piénsalo un poco! ¡A lo mejor se enorgullecía de llevar el apellido Prince!

—Mira, Hermione, te digo que no era una chica. No sé por qué, pero lo sé.

—Lo que pasa es que no quieres admitir que una chica sea tan inteligente — replicó Hermione.

Andrea Bletchley y el príncipe mestizo ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora