Feliz sábado, zorritos!
Espero todo ande bien en sus vidas. En mi caso mi semana ha sido un caos positivo, ahora solo debo reordenar mi vida. Escribir ELDM va a terminar conmigo, pero me ando esforzando por lograr actualizar cada sábado así que espero estén disfrutando la historia. ¿Qué piensan de esta hasta el momento?
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Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final!
Xoxo,
Sofi
***
Nunca antes había visto la ciudad, por lo que no estaba seguro si mucho había cambiado o siempre había sido igual. Su padre le había prohibido dejar su habitación excepto que fuera estrictamente necesario, y Anton había obedecido más por temor que voluntad. Siempre solo, siempre encerrado, siempre oculto. Nadie podía entrar sin avisarse para que él se pusiera su máscara, y tampoco había tenido permitido salir entonces. Lo había hecho, a escondidas, ideando planes y deambulando por las noches cuando todos dormían, arrastrándose por pasadizos demasiado olvidados y corredores de sirvientes.
Ashdown le recordaba en parte al desorden que siempre había sido su vida. Había demasiadas edificaciones, apelmazadas unas contra otras como si se necesitaran para mantenerse de pie. Las ventanas estaban rotas o tapiadas, los techos parecían derrumbados en algunas partes, hundidos en el mejor de los casos, las mismas paredes de madera tenían grietas por donde el frío debía entrar sin piedad. ¿Acaso nadie intentaba repararlo?
Su respuesta no tardó en llegar al ver deplorables rostros detrás de las ventanas. No, los brujos no tenían fuerza ni recursos para algo así. Incluso el más rico de los territorios cedía fácilmente a la miseria bajo una mala gestión, o un desgobierno. Y en ese sentido era increíble cómo los humanos lograban tanto sin nada más que sus propias manos y voluntad, mientras ellos hasta su magia parecían haber perdido.
Tenían que regresar cuanto antes.
Apuró el paso, antes que Nix lo dejara por completo atrás. Él se movía con demasiada seguridad para estar a oscuras, aunque Anton no pasó por alto el modo en que arrastraba sus pies o a veces se detenía y levantaba la nariz como si olfateara algo. Más de una vez se había mordido la lengua para no hacer comentario alguno, ni preguntarle si necesitaba ayuda. Wess le había pedido que no tuviera lástima alguna, y conocía lo suficiente a Nix como para saber que este lo mataría de siquiera insinuar algo.
Era culpa de Key. A pesar de cuánto Anton había intentado evitarlo, ella había terminado por contagiarle parte de su amabilidad. Quería ayudarlo, pero lo cierto era, el brujo no necesitaba ayuda para nada. Aun así, el impulso estaba allí. La necesidad de cogerlo del brazo para guiarlo, el siempre presente miedo de que se diera contra algo, incluso el tonto impulso de querer conseguirle un bastón al menos.
Key lo reprendería de saber. Ella siempre se había mostrado disgustada ante cualquiera que hiciera un comentario sobre su limitada visión, asegurando que aquello no la limitaba de ningún modo ni la hacía incapaz de cumplir con su deber. Anton quería alegar que no era lo mismo. Una cosa era que a ella le molestara la luz para ver, y en la oscuridad no distinguiera nada, pero directamente carecer de visión...
—¿Puedes dejar de sonar como un insecto aterrado? —preguntó Nix de mala gana.
—¿Qué? —Anton se detuvo enseguida, Nix resopló.
—Tu pulso va a enloquecerme.
Abrió la boca para decirle que no podía oír aquello. La cerró enseguida. Sí, sí que podría. Nix siempre había tenido demasiada buena escucha, tanto como para que Anton desconfiara más de él. Ahora conocía la causa, y sin nada visual para distraerlo, su oído debía haberse agudizado para compensar también. El cruce siempre implicaba un cambio, para bien o para mal.
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El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)
FantasyExisten seis reglas necesarias para mantener el equilibrio: 1. Ningún humano debe experimentar con magia. 2. La sangre real no debe ser derramada. 3. No besado por la luz ni abrazado por la oscuridad debe morir de otro modo que el natural. 4. Más cr...