Hola! Buen sábado!
Honestamente quería subir esto ayer, pero mi mente no funcionaba para editar. Tengo demasiadas cosas en mi vida últimamente como para que mi cabeza sea un caos, pero amo demasiado escribir y compartir mis historias como para no hacerlo.
En el insta SofiDalesioBooks pueden encontrar una plantilla de lectura en las stories para completar si desean. No se olviden de compartirla y etiquetarme en todo para que lo pueda ver! Gracias por seguir acompañándome en esta retorcida trilogía, y espero disfruten de esta última entrega tanto o más que las anteriores.
Como siempre, no se olviden de comentar y votar al final! Amo leer todo lo que ponen. Y de seguirme en mis redes. Si les gusta la historia, no duden en recomendarla en todas partes! Redes propias, a perfiles literarios, amigos, etc.
Xoxo,
Sofi
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Taiyo Rai era una joven de rutinas. Cada mañana se despertaba para cepillar religiosamente su cabello, siete veces cada mechón como la buena suerte demandaba. Sus prendas siempre se encontraban limpias y recién dobladas, su perfume a magnolia incuestionable. Había aprendido, desde niña, a vestirse y recoger su cabello del modo ceremonial, incluso maquillarse. La atención siempre en su hermana menor y sus visiones.
Mantuvo su mirada fija en el horizonte todavía oscuro mientras colocaba las hebillas en forma de sol en su oscuro cabello. Su corazón era estable como un río, su pulso calmo. Lo que fuera que hubiera sucedido con Yuki, ella se aseguraría de que hubiera justicia. Sería paciente, como Amaterasu cada amanecer, y sería letal, como la diosa al castigar a la luna por sus crímenes. No había duda.
Cerró los ojos, concentrándose en sus rezos matutinos antes de los primeros rayos de sol. Recordó crecer junto a Yuki, ambas niñas luchando por madrugar para acompañar a su madre durante la bienvenida diaria a Amaterasu. Recordó a su pequeña hermana, con su extravagante personalidad y su amor por las apuestas. En ese entonces, Rai había pensado que Yuki solo tenía suerte. Sin importar lo que dijera, ella siempre acertaba.
En ese entonces, Feza Takeo solo había sido el chico rudo del otro clan, y Sheru Benji no más que un renacuajo sin otro interés que pescar y comer. Pero desde siempre, su madre la había instruido sobre tenerlos bajo vigilancia. Algún día, al igual que ella, esos chicos serían los líderes de su clan. En ese entonces, ni siquiera había considerado la existencia de Feza Keira.
Su pulso tembló al coger su taza de té mientras pensaba en esa chica. Desde el primer instante ella no le había dado un buen presentimiento, luciendo demasiado inocente y amable para lo que su archivo describía. Amaterasu también había descrito a Tsukuyomi como demasiado pacífico para prever el sadismo que en realidad ocultaba. La luna siempre había tenido dos caras, tan solo era lo suficientemente discreta para no mostrar su lado oscuro.
Había sospechado de los horrores que Feza Keira era capaz al verla lidiar tan indiferentemente con magia oscura, como si ella no conociera de primera mano toda la sangre y crueldad que esta solía implicar. La joven ni siquiera había pestañeado cuando su propio cuerpo había sido profanado por esa magia. Rai no necesitaba los detalles. El clan Feza podía callar, ella sabía que no había modo alguno que Keira hubiera sobrevivido tras ver sus heridas.
Lo había confirmado, cuando Feza Keira le había pagado el salvarla de problemas legales por su accionar con sacarla a ella de cualquier persecución relacionada con su hermana. Debería haber dejado que la encerraran. Debería haber permitido que se pudriera en una celda en Edinburgh, en vez de ayudarla a regresar a Japón solo para que esa chica obstruyera cualquier justicia por Yuki.
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El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)
FantasyExisten seis reglas necesarias para mantener el equilibrio: 1. Ningún humano debe experimentar con magia. 2. La sangre real no debe ser derramada. 3. No besado por la luz ni abrazado por la oscuridad debe morir de otro modo que el natural. 4. Más cr...