Capítulo 44

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Feliz sábado, zorritos!

Espero estén descansando y teniendo unos buenos últimos días. Muchas gracias a todos por sus saludos el martes pasado, lo cierto es que iluminan mi vida con cada mensaje que me mandan y leo. Cada vez falta menos para terminar esta historia, y admito que me está costando decir adiós luego de más de 3 años junto a estos personajes, pero el momento está llegando y debo enfrentarlo con dolor y amor, porque así lo pide el equilibrio.

Espero mañana tener tiempo para comenzar con la historia de Navidad. Que la diosa me ayude entre todos mis pendientes.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final del cap! Temo que aquí empieza la recta final!

¿Predicciones?

Xoxo,

Sofi

***

Fue el grito lo que terminó por guiarla. Tenía que estar allí en alguna parte, ella estaba segura, pero todas las ventanas lucían iguales y la oscuridad no ayudaba. Había roto y huido por una de ellas tiempo atrás, cuando la muerte se había sentido tan cercana y el mundo tan desconocido. No mucho parecía haber cambiado desde entonces. Excepto por el hecho de que, tal vez, había hecho las paces con su cuerpo y aceptado su destino.

Sus brazos habían dolido de tanto escalar, y por un momento de delirio casi había creído ver la débil luz de la luna a través del grueso manto de nubes, antes de escuchar y reconocer el grito, y entonces su cuerpo había actuado por cuenta propia al moverse tan rápido como había podido para responder.

De pie, delante de Derek, Key solo podía pensar que el final parecía inevitable. Tal vez siempre habían estado destinados a enfrentarse, solo un agente pudiendo lidiar con otro. Habían entrenado como compañeros, crecido como amigos, y ese mundo los había enfrentado una y otra vez sin piedad.

Podía tolerar aquello, incluso aceptarlo. Pero, si esos eran sus últimos latidos, entonces no podía permitir que fuera una amenaza para su familia. Él tendría que entenderlo y perdonarla. Porque temía que no había otra alternativa.

Tomó su naginata con firmeza entre ambas manos, su cuerpo tensándose para el enfrentamiento. La oscuridad no ayudaba, el silencio tampoco. Le rogó a su padre por su guía y sabiduría, a su madre por su resistencia y astucia, porque ya no sabía hasta dónde llegaría, pero no podía permitir que le hiciera daño a Anton.

—Vete de aquí y ponte a salvo —ordenó ella—. Ahora.

Si le respondió, no tuvo modo de oírlo. Qué desafortunada situación, sin oído y con su vista limitada. Pero el chico frente a ella era uno que había enfrentado toda su vida, entrenado juntos desde que tenía memoria, y quería creer que lo conocía lo suficiente como para poder seguir su juego, incluso de ese modo.

Derek atacó, un largo cuchillo en cada mano. Ella respondió levantando su naginata para bloquear el golpe. Sus brazos se quejaron luego de escalar todo el lado del castillo, apretó sus dientes y los forzó a resistir.

Giró, barriendo el suelo con su naginata, solo para que Derek la evitara de un simple brinco. Key saltó y se sostuvo en alto para evitar una embestida. Su amigo no dudó en patear su arma para desestabilizarla. Ella cayó y rodó sobre el suelo. Un rápido salto, y estaba de nuevo lista para bloquear su ataque.

Él estaba hablando. Apenas podía distinguir el movimiento de sus labios en la oscuridad. Y de haber estado en otro lugar, quizás incluso hubiera podido leerlos. Había aprendido a hacerlo tras tanto tiempo lidiando con Fyod. Pero en aquel instante no se podía dar siquiera el lujo de lamentarse por no estar escuchándolo.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora