Capítulo 48

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Feliz sábado, zorritos!

Es tiempo de comenzar a decir adiós, y aunque todavía nos veremos una vez más, temo que el momento ha llegado. No podría comenzar a describir todo lo que Key significa para mí y cuánto me ha acompañado en mis momentos más difíciles. Cuando mi propio mundo se desmoronaba, ella fue la única capaz de recordarme de mantener la paz y sonreír, sino para mí para hacer que los demás tampoco sufrieran tanto. Porque a veces solo necesitamos que otro nos sonría para continuar adelante, incluso cuando ya no quedan fuerzas. Mi chica ha logrado tanto, mucho más de lo que imagina...

Como siempre, no se olviden de votar y comentar el cap al final!

Xoxo,

Sofi

***

Key cerró los ojos e inspiró, disfrutando del aire fresco contra su rostro. Sentada en uno de los balcones del castillo, ella casi podía pretender que se encontraba en otro lugar. Sus cortes no se estaban curando con la rapidez que deberían, su propio cuerpo llevaba tres días demasiado cansado como para apenas poder moverse desde la cama a ese sitio.

Días. Finalmente podía medir el tiempo en Ashdown sin enloquecer en el intento. Y aunque los días allí se sentían más cortos que en el mundo humano, su cuerpo cada vez más deteriorado mientras la magia volvía a florecer a su alrededor, ella solo podía estar agradecida por aquel pequeño tiempo extra.

No era tonta. Sabía que era solo cuestión de esperar, y estaba en paz con ello. Su cuerpo cada mañana respondía menos, sus músculos se debilitaban a cada latido, y su propio corazón luchaba por seguir adelante. Y estaba bien. Todo llegaba a su fin, y todo debía continuar también.

El césped estaba creciendo de nuevo, las aves e insectos habían regresado, ni una sola lluvia había caído desde aquella noche... Se sentía como un milagro. Uno que jamás creyó llegaría a ver. Tal vez por eso se arrastraba cada vez a presenciar tanto de ese mundo como fuera posible, intentando reemplazar sus horribles recuerdos por unos mejores.

Le había preguntado a Anton en una ocasión qué había sucedido exactamente. La respuesta del brujo no había sido la que había esperado.

—El equilibrio se ha recuperado —dijo—. Este mundo ya no sangra.

—¿Cómo?

—No estoy seguro. Quizás porque ya nadie lucha por el poder.

El príncipe no era más que eso, un simple título. No había deseado el poder, del mismo modo que ella nunca había deseado jugar su rol, pero había hecho lo necesario por proteger a los demás. Nadie había intentado siquiera coger el poder por la fuerza luego de lo que Nix había hecho y sabiendo que él solo se mantendría a un lado por Anton.

Y el joven tampoco había deseado tomarlo. Que los brujos decidieran, habían sido sus exactas palabras. Con debates. Votaciones. Discusiones. Palabras. Todo, menos la fuerza física. Y si en algún momento alguien debía desempatar un asunto, él estaría allí para dar su opinión. Un monarca sin ningún poder más que un bonito título y el inexplicable entendimiento que solo un umbrus parecía tener del mundo. Un príncipe aceptado porque cuando todo había estado en riesgo, no había dudado en romper su cuerpo entero con tal de protegerlos.

—Al fin llegas —murmuró Key al reconocer los pasos—. Creí que ibas a perdértelo.

Nix se acercó y se sentó detrás de ella, rodeándola con sus brazos y sosteniéndola contra su pecho. Hacía eso cada vez más seguido, como si creyera que de ese modo podría retenerla, y Key se contuvo de señalarlo. Le había pedido que dejara de grabar símbolos en su piel, cualquier efecto absolutamente inútil, y él había aceptado. Nix le había preguntado si la sangre podría ayudarla, y Key había admitido que a esa altura ya nada serviría. Él le había dicho que se quedaría a su lado hasta el final, ella le había pedido que no lo desperdiciara. Él no había respondido.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora