Capítulo 33

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Feliz sábado, zorritos!

Esta historia acabará conmigo antes que pueda terminarla, lo sé. Siento que los últimos capítulos me tomará una eternidad escribirlos, y lo cierto es que no puedo imaginar el comenzar a decirles adiós a los personajes. Pero en algún momento tendré que hacerlo, tan solo no este día.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final si el cap les gustó! Y recomendar cualquiera de mis historias para ayudarme a crecer aquí <3 

Y cuando terminen de leer este cap, pásense de nuevo por aquí para comentarme qué creen que pasará en el siguiente!

Xoxo,

Sofi

***

Key gimió cuando el dolor se disparó por su espalda. Aely ni siquiera le prestó atención al ajustar más sus vendajes. La presión alrededor de su torso se sentía como un corset para obligarla a mantenerse recta y con la cabeza en alto, o al menos evitar que se cayera a pedazos a causa de tantas heridas. Era más vendas que piel, el brujo habiendo vendado todo lo que había considerado una debilidad de un modo tan apretado que ella ya no estaba segura si la idea era cubrir una lesión o protegerla como si se tratara de una armadura.

—No será un viaje sin contratiempos —dijo Aely detrás de ella mientras continuaba atando las vendas—. Así que asegúrate de llegar ambos con vida.

Pretendió no notar la clara amenaza colgando en el aire. Poco le importaba lo que fuera de ella, pero el rey de los ladrones la condenaría si algo llegaba a sucederle a su hijo en su compañía. Y Key había enfrentado suficientes brujos en Ashdown como para reconocer a un oponente fuerte y respetarlo. No estaba en condiciones de vencerlo. No cuando él parecía tener tantos trucos bajo la manga todavía.

Se fijó en los mapas sobre la mesa delante de ella como si aquello le ayudara a ignorar el dolor. O la inminente presencia de Nix. Los repasó una y otra vez, esforzándose por memorizarlos. Aely había dicho que cargar cosas innecesarias solo los retrasaría, y que ella no llegaría muy lejos si no era capaz de algo tan simple como memorizar los planos. Odió escuchar en el fondo el murmullo de Chi coincidiendo con él.

Eso no cambiaba que el tiempo para memorizar era corto, si solo tenía lo que tardara él en terminar de remendarla. Key obedeció en silencio contra cualquier impulso, porque si alguien había logrado burlar todas las trampas mortales de ese mundo y pretender tener una vida normal, ese había sido Aely Showk.

Evitó fijarse en su hijo, tan serio junto al fuego encendido de la sala. Lo más prudente sería evitar pueblos y cualquier indicio de civilización, ambos demasiado llamativos y demasiado buscados como para arriesgarse. Podía llegar hasta la bahía a través de bosques y terrenos sinuosos. No era algo que le entusiasmara a su vista, pero ya había sobrevivido suficiente tiempo en la naturaleza como para haber desarrollado los reflejos necesarios. Eso no le quitaba la etiqueta de desventaja, y aunque el umbrus no lo mencionara, dudaba que él lo considerara de otro modo.

Vivía en la oscuridad. Tal vez pudiera moverse con tranquilidad por su casa o la capital que tanto había recorrido y conocía, pero Key lo había oído pedirle asistencia cuando habían tenido que refugiarse en el bosque antes. Y en Ashdown cualquier otro de quien ocuparse era una carga. No una que pudiera dejar atrás considerando que lo necesitaba para mantenerla con vida, y lo que Aely le haría si siquiera lo consideraba.

—Puedo cargarme al acechante, pero la ventana de tiempo hasta que otro aparezca es muy corta por lo que tendrán que alejarse lo más que puedan si no quieren ser descubiertos enseguida —continuó Aely.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora