Capítulo 26

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Feliz sábado, zorritos!

Espero hayan tenido una buena semana. Muchas gracias a quienes respondieron mis preguntas en las redes estos días para ayudarme a mejorar y ser más activa. Y si no lo has hecho, no dudes en pasarte por mi instagram SofiDalesioBooks o mi Twitter SofiDalesio para andar al tanto de todo. Por empezar, hay un nuevo video en YouTube hablando sobre cómo crear personajes que se sientan reales. 

Como siempre, no se olvide de votar y comentar al final del cap!

Y en esta ocasión, pregunta fuera de la historia: ¿Estarían interesados en un server de Discord? ¿Qué les gustaría ver allí?

Xoxo,

Sofi

***

Mataría al pendejo de Anton.

Fue una decisión sencilla de tomar. ¿Acaso no le había dicho miles de veces, explícitamente, que jamás debía revelar quién era en realidad? ¿No le había dejado en claro lo que sucedería si otros lo sabían? ¿Debería haberlo amenazado más? ¿Para qué siquiera había guardado su secreto y se había esforzado por cuidar del crío?

Lo mataría. Él se lo había buscado, y todo se solucionaría tan fácil con su muerte.

Nix recogió la taza del suelo y bebió la infusión de kenkas. No podía matarlo porque, irónicamente, Key no lo aprobaría. O al menos la parte de ella que había criado y protegido a ese chico toda su vida, la misma parte que ahora luchaba por no hacerle daño. Porque prefería olvidar, si con aquello ignoraba la información, a saber la verdad y cometer el acto.

Al menos podría golpearlo cuando lo encontrara. Podía intentar conformarse con eso. Quizás incluso hacerlo sangrar. Seguiría sin ser suficiente, pero definitivamente mejor que nada. Tampoco era como si fuera conveniente deshacerse de él, no si podía usarlo para abrir un cruce. ¿Entonces qué? ¿Matar a Kira? Porque ya había jodido demasiado el equilibrio, como para seguir jugando con este.

Permitió que su mano siguiera escribiendo con tiza símbolos en el suelo. La diosa no estaba siendo especialmente habladora, y él odiaba cada vez que hacía aquello, dejarlo a solas para que actuara y luego juzgar sus elecciones. De todos modos, tenía que haber algo que hacer, algún hechizo que crear. Cualquier cosa, más que esos garabatos de calma y paz.

Echó su cabeza hacia atrás, preguntándose si tal vez no debería haber hecho una infusión más intensa de kenkas. Si no para escuchar a la diosa, al menos para apaciguar su mente. Odiaba estar allí. Había cometido el error de visitar a su madre y hablarle, como si el resultado no hubiera sido el previsible. Puro silencio, y una mano demasiado huesuda que sostener. Tal vez nunca debió haber regresado.

Había escondido el espejo de Wess en un cajón, no necesitando además que ella lo viera. Ya suficiente tenía con su padre, y sus respuestas siempre esquivas. Necesitaba a Ronan. Era un deseo tonto, pero su hermano hubiera sabido poner orden y paz en todo el asunto. Con risas y comentarios despreocupados hubiera aligerado todo, salvo que ya ni siquiera quedaba el aroma de Ronan en la casa.

¿Qué era matar a una niña, contra asesinar a su propio hermano y huir?

Se detuvo al escuchar los suaves golpes en la puerta, seguido del crujido al abrirse. Los pasos de Key fueron ligeros al entrar. Su corazón se oía temeroso. Ella estaba diferente últimamente, habiendo perdido la suficiente sangre para que el envenenamiento por magia se debilitara y sus pensamientos se aclararan. Pero era solo cuestión de tiempo para que Ashdown volviera a afectarla.

—Dijiste que debía estar viva —murmuró ella—. Mantenme con vida, y yo me ocuparé del resto.

Bebió otro sorbo. Tan típico de Key, necesitar su tiempo a solas para sufrir antes de regresar con un plan y pensar en el resto antes que ella, como si nada hubiera pasado. Deseaba decirle que no había de lo cual ocuparse, ella no escucharía.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora