Capítulo 35

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Feliz sábado, zorritos!

He vuelto, y con un tobillo potencialmente quebrado... Maldita sea. Pero bueno, al menos estoy intentando utilizar el tiempo condenada a no moverme para intentar organizar un poco mi vida y mis redes y tal vez así lograr algo. ¿Han visto mis últimos post en instagram? ¿A que me han quedado lindos para alguien con 0 talento visual?

Muchas gracias por la espera y apoyo estos días. Espero haber regresado con las energías necesarias para terminar esta historia.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final si el cap les gustó!

Y díganme qué más les gustaría ver en mis redes para aprovechar mi (corta) racha de productividad!

Xoxo,

Sofi

***

Tenía que mantener la calma. Al menos tenía que intentarlo. Se lo repitió una y otra vez mientras continuaba corriendo. El brujo no podía haberle mentido. ¿O sí? Sostuvo la naginata con fuerza entre sus manos. Le suplicó a sus pies que no le fallaran al momento de continuar avanzando a grandes saltos, tan rápido como para no darse tiempo de tropezar.

Había pocas cosas capaces de lograr que su pulso se alterara, pero ante la aterradora perspectiva de enfrentarse al rey, Key solo podía pensar en hacer lo que fuera necesario para proteger lo único que Ashdown todavía no le había quitado. Su voluntad, tan inquebrantable y terca como se había mantenido desde el primer instante allí, no sería arrebatada por nadie. No de ese modo. Morir como una marioneta no era digno. Si había cometido tantos crímenes imperdonables, si sus manos estaban tan manchadas, al menos que valiera la pena y lograra algo.

Mōsukoshi, mōsukoshi, mōsukoshi —murmuró bajo su aliento.

Sintió las manos de Chi en sus hombros, obligándola a seguir adelante. Solo un poco más. Sus pies dolían, sus músculos ardían, su respiración era demasiado agitada mientras intentaba mantener su espíritu bajo control bajo la amenaza de semejante enemigo, pero se obligó a seguir avanzando. Solo un poco más. Lo necesario para lograrlo.

Abrió bien sus ojos al notar un árbol hueco. Ni siquiera lo pensó al momento de murmurar una rápida plegaria y tirar su naginata hacia arriba, el arma enganchándose con las ramas más cercanas y confundiéndose como una más. Internamente Key se obligó a memorizar el lugar sabiendo que luego no podría encontrarla a simple vista. Se echó al suelo y deslizó dentro del hueco en el tronco.

Contuvo la respiración, intentando desacelerar su pulso. Cerró los ojos, su mano encontró el estilete en la oscuridad. La empuñadura se sintió familiar, reconfortante. Había pertenecido a una mujer poderosa antes. Si cabía tan bien en su agarre, entonces debía merecerlo también. ¿Sería mucho pedir poder aferrarse a esos efímeros recuerdos, al menos el tiempo suficiente para poder discernirlos bien y no solo el fantasma de una emoción? ¿Tendría algo por lo que mantenerse viva como Nix aseguraba?

No podía dejar el brujo atrás. Era un hecho. Era el único capaz de matar al rey y ponerle fin a semejante miseria. El único que podría ayudarla a cruzar, si lograban erradicar el peligro primero. No podía huir muy lejos tampoco, no si deseaba que él la encontrara. ¿Pero por qué siquiera le importaría separarse? Era un umbrus. Dudaba que existiera brujo más poderoso en Ashdown. Era también el hijo de Aely, y ella había dado su palabra de cuidarlo a cambio de que sus heridas fueran tratadas.

Key suspiró, intentando encontrar algo de sentido. ¿Por qué sentía tanta paz al pensar en él? ¿Era ese su nuevo deber, el protegerlo lo necesario para acabar con todo? Extraño, considerando que lo más práctico sería matarlo. Eliminar cualquier posibilidad de abrir un cruce entre las fronteras. Deshacerse del... té.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora