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Xoxo,
Sofi
***
Era más sangre de la que había imaginado. Se trataba de un hecho, no una simple observación. Debía haberle dado a una vena importante a juzgar por lo difícil que había sido detener la hemorragia. No era como si lo hubiera sentido tras tocar un nervio, ni le hubiera dado importancia al dolor, su mente demasiado distraída en escuchar los apresurados susurros de la diosa en su oído como una amante confesando un secreto antes de desaparecer para siempre.
Wess había gritado, escandalizada al encontrarlo de rodillas y con tanta sangre alrededor, el estilete de Key atravesando su muñeca. Nix no le había prestado atención. Tampoco cuando ella había retirado el arma, y se había molestado más al notar la gravedad. Había congelado la herida, y lo había regañado como si fuera un crío antes de comenzar a limpiar el suelo, más preocupada por evitar que los niños vieran esa escena que otra cosa. Nix apenas se había contenido de deshacerse de ella. Considerando la magia vibrando en sus venas, podría haberla enviado a la otra punta del recinto con una sola mirada.
—¿Puedes decirme siquiera en qué estabas pensando? —la voz de Wess estaba a una simple respuesta en falso del desquicio.
Hacía tiempo que Nix no consideraba que su hermana quisiera matarlo, pero esa mañana llegó a dudarlo. Ella parecía al borde de atacarlo mientras derretía el hielo de la herida y se desesperaba en limpiar con un pedazo de tela la sangre que no dejaba de fluir. A juzgar por el modo en que su brazo se estaba adormeciendo, tal vez sí había sido demasiado. Pero la diosa siempre había sido justa y demandante, asegurándose de recordarle su lugar si se atrevía a desafiarla.
—En serio, Kohl —ella resopló con frustración al ver que la hemorragia continuaba—. No puedes permitirte perder otro sentido, no tu tacto. No puedes...
—Escoge muy bien tus próximas palabras —Nix le advirtió y Wess lo desafió con la mirada.
—Que aquí tengas vista no significa que sepas ver —ella torció uno de sus dedos y Nix retiró su mano enseguida, Wess lució satisfecha—. Al menos no perdiste la sensibilidad.
Ella resopló, alejándose para buscar entre sus pertenencias. Algunos mechones de su largo cabello se habían escapado de su moño, y estaba murmurando quejas por lo bajo como cada vez que él o Ronan se metían en problemas. Su hermano no hubiera sido tan brusco.
—¿Y tienes que casi partirme un dedo para comprobarlo? —preguntó él.
—¿Conociendo tu umbral de dolor? Agradece que no lo hice y tus reflejos son más fuertes que tu masoquismo —respondió ella—. Tiene que estar por aquí...
—¿Tu amabilidad? Creo que nunca existió —comentó Nix y Wess lo miró de un modo letal sobre su hombro.
—No me hagas comenzar con tus recientes exigencias de amabilidad —ella finalmente encontró su set de primeros auxilios y regresó a arrodillarse junto a él—. Será molesto, así que ni empieces a quejarte.
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El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)
FantasyExisten seis reglas necesarias para mantener el equilibrio: 1. Ningún humano debe experimentar con magia. 2. La sangre real no debe ser derramada. 3. No besado por la luz ni abrazado por la oscuridad debe morir de otro modo que el natural. 4. Más cr...