Feliz sábado, zorritos!
Estoy demasiado feliz con mis adquisiciones del día de hoy, unos auriculares increíbles para aislarme y escribir/editar sin interrupciones, y una agenda junto a un set de escritura para intentar organizar mi vida. Espero esto me ayude a focalizarme más en mis historias y distraerme menos durante mi escaso tiempo libre...
Pequeño recordatorio de que el martes estaré partiendo a la aventura en Grecia. Dos semanas recorriendo sus islas... Jamás lo hubiera imaginado. Por lo que temo que es casi seguro que los próximos 2 sábados no habrá actualización. ¡Pero pueden seguirme en instagram en SofiDalesio para acompañarme! ¡Espero sepan comprender y lo siento de nuevo!
Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final si el cap les gustó! Y recomendar mucho la historia!
Y como muchos saben, siempre digo ya haber revelado el final de esta historia, pero que no lo han notado. ¿Cuál creen que sea?
Xoxo,
Sofi
***
No deseaba perder el tiempo. Key tan solo empeoraba a cada instante, el pendejo de Anton bien podría haberse hecho matar a esa altura, y conociendo su suerte de seguro que Dune continuaba con vida. Además, Ashdown ponía a prueba a cada instante su paciencia y tolerancia, y no estaba de humor para una charla.
Se resignó a lo inevitable y continuó avanzando. De todos modos sabía que en algún momento aquello tendría que suceder, no era como si pudiera escapar del todo de su pasado. Metió una mano en su bolsillo para tocar sus anillos, sintiendo tranquilidad en su tintineo. Odiaba tenerlos de regreso casi tanto como que alguien hubiera limpiado la sangre de Ronan de estos.
¿Por qué ese mundo insistía en borrar cualquier rastro de que su hermano alguna vez hubiera existido? ¿Tan poco valían sus vidas allí? No podía permitir que su recuerdo desapareciera, que su muerte fuera en vano. ¿Porque entonces cómo continuaría adelante sabiendo que era el responsable?
Resultaba un indeseable peso, vivir a costa de su muerte. Seguir adelante con la sangre de su hermano en sus manos. Aceptar los juicios de todos quienes supieran de sus acciones. Tener que admitirlas frente a su familia. No algo que le gustara, tampoco algo que pudiera evitar, porque Ronan no merecía menos que aquello. Y si su última voluntad había sido que buscara una mejor vida, entonces no podía permitirse el quedarse estancado en Ashdown.
El constante golpeteo que oía en el fondo se hizo más cercano, lo suficiente como para sentir el vibrar bajo sus pies sin necesidad de tocar el suelo. No era como si le importara. No le temía a nada ni nadie en Ashdown. Pero ya no estaba solo, y eso resultaba un inconveniente. Los humanos eran vulnerables, e incluso alguien como Keira Sakura Feza no era inmune al mayor peligro de Ashdown. Nadie que no compartiera su tipo de magia lo era.
Suspiró con desgana cuando el sonido fue tan fuerte como para resultarle insoportable. Había sabido, desde el primer instante que había puesto en pie en ese mundo, que aquel momento llegaría. Una parte de él quizás incluso lo había ansiado, la misma que de algún modo extrañaba el poder que había tenido allí alguna vez. No era tan idiota como para siquiera considerar que guardaba algún cariño o añoranza por Ashdown, pero tampoco como para olvidar la sensación de haber tenido aquel mundo en la palma de su mano.
Los humanos tenían sus reglas que seguir y respetar, y su poder se veía bastante limitado a cambio de su paz.
Se detuvo cuando oyó un animal cruzarse en su camino, bloqueando su paso. Otros no tardaron en rodearlo. Deslizó los anillos en sus dedos. No se inmutó, ni siquiera al contar al menos nueve monturas a juzgar por sus resoplidos. Había más que nueve brujos, el ruido demasiado caótico como para poder distinguir y contar apropiadamente. Nada con lo que no pudiera lidiar, nada con lo que deseara tratar en aquel momento.
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El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)
FantasyExisten seis reglas necesarias para mantener el equilibrio: 1. Ningún humano debe experimentar con magia. 2. La sangre real no debe ser derramada. 3. No besado por la luz ni abrazado por la oscuridad debe morir de otro modo que el natural. 4. Más cr...