Capítulo 46

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Feliz año nuevo, zorritos!

Mi lista de objetivos 2022 es ambiciosa, por lo que espero poder cumplir al menos la mitad. El 2021 ha sido más sobre mí y asuntos personales, espero este año sea más sobre mi escritura y las redes. No quiero decepcionarlos con sus expectativas. Les deseo logren todo lo que se propongan de aquí en adelante, sin olvidarse de disfrutar de cada instante. Les deseo paz y equilibrio, porque temo la vida no siempre será placentera, pero sin las partes negativas, jamás podríamos apreciar como se deben las partes positivas. Y les deseo nunca se olviden de todas esas personas que están siempre a nuestro lado, incluso cuando no las vemos ni sentimos.

Como siempre, si el cap les gustó, no se olviden de votar y comentar al final!

Xoxo,

Sofi

***

Había... luz.

Key parpadeó, extendiendo una mano delante solo para asegurarse de que era real. Como si pudiera alcanzar el sol. Sonrió sin poder evitarlo. Era de día, increíble. Podía sentir los cálidos rayos contra su piel, y la tierna hierba debajo de su cuerpo. Esperó que la luz la dañara, pero no sintió la más mínima molestia en sus ojos.

Inspiró el aire puro que la rodeaba. Podía oír el melodioso ruido de un arroyo cercano, y olfatear el suave perfume de las flores a su alrededor. No había creído volver alguna vez a disfrutar algo similar, siquiera volver a ver la luz del día. Y se sentía... tan... bien.

¿Era esa su recompensa final? ¿El último delirio de su mente? Porque se sentía demasiado real, y ella estuvo agradecida por semejante regalo. Ya nada dolía o le pesaba, ya no había sangre manchando sus manos ni heridas abiertas. Su cuerpo se sentía demasiado liviano, puro. Como ese precioso instante al despertar, antes que el mundo recobrara el sentido.

Y lo amaba.

La sonrisa se mantuvo en sus labios, porque si aquello se sentía tan bien, entonces significaba que no había hecho algo por lo cual haberse ganado un castigo. O tal vez sí. Quizás luego. Pero en aquel preciso instante, intentando alcanzar el sol con su mano, sus delgados dedos sin cicatriz alguna, pudo creer que había cumplido con su deber.

Cerró los ojos, permitiendo que la brisa la arrullara. Había dejado instrucciones claras. Si los brujos eran inteligentes, quizás pudieran liberarse. Y si no era el caso, al menos su mundo estaría a salvo. No había lugar para culpa o arrepentimiento en ese sitio, ni siquiera para la duda. Había hecho lo mejor, todo lo que había podido.

Y había paz.

Luego de lo que se había sentido como una eternidad, al fin podía suspirar y decir que estaba en paz. Sin importar el costo personal. Sin importar lo que realmente significaba que estuviera allí, porque recordaba cada uno de sus últimos instantes. Entonces era un alivio, saber que al fin podría descansar. Que ya nada la atormentaría. Que había ganado su lugar.

—¡Ah, no! ¡Eso sí que no!

Abrió los ojos al reconocer aquella voz. Se enderezó, intentando recordar alguna de todas las historias de Nana. No había armas ni peligro a su alrededor. No sentía la necesidad de preocuparse. Porque estaba a salvo, y bien, y en paz.

Un río corría todo a lo largo del descampado, más allá de donde su vista alcanzaba. Y al otro lado, ella reconoció a la joven iracunda. Se puso de pie enseguida y se acercó hasta la orilla. El agua era cristalina, para nada profunda. Podía distinguir las lisas piedras debajo, y la facilidad con que podría cruzarlas.

—¡Te me vuelves por donde viniste! —gritó Gia.

—Estás bien —murmuró Key.

Era Gia. Con su expresión de eterna molestia e incapacidad de mantener su voz baja. Y por un instante, sintió el impulso de querer saltar al otro lado y abrazarla. ¿Cuánto tiempo había pasado? Sus ojos ardieron, y Key alejó cualquier horrible recuerdo sobre la última vez que había visto a su amiga.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora