Capítulo 3

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Hola zorritos!

Espero hayan tenido una semana mejor que la mía. Mis ánimos comenzaron por el suelo, pero creo ya se andan recuperando bastante bien. Pequeño recordatorio de que está bien sentirse mal a veces, siempre y cuando luego volvamos a sonreír. 

Also, estoy retomando un poco de actividad en el insta SofiDalesioBooks. Tienen algo en mente que les gustaría ver allí? Alguna persona que imaginen como los personajes de esta trilogía? Tal vez podríamos votar para elegir a nuestros personajes como con Cinco de Oros! Y no duden en seguirme en mis otras redes para estar al tanto de todo (usuarios al final del cap).

Como siempre, no se olviden de votar y/o comentar al final si el cap les gustó. Quiero saber todo lo que piensan y sienten.

Xoxo,

Sofi

***

Siempre comenzaba cuando menos lo esperaba. Se sentía como si el mundo decidiera deshacerse de ella. La tierra desaparecía por completo bajo sus pies y entonces se hundía en la absoluta oscuridad. Intentaba gritar, pero el vacío total tragaba cualquier sonido. Y no respiraba. Sin importar cuántas bocanadas de aire intentara tomar, era simplemente como si sus pulmones fueran inútiles. No era asfixiante ni doloroso, solo... escalofriante. Porque no estaba respirando, porque su cuerpo no se sentía vivo, y porque cada segundo se sentía un horrible instante más profundo en esa oscuridad.

Pip intentó armarse de valor, como cada vez. Cerró sus manos en puños, deseando tener un cuchillo o a Romeo, cualquier cosa, pero algo más que la simple nada. Sus pasos no se sentían estables, como avanzar caminando sobre almohadones. Almohadones rellenos de cosas frías y viscosas, y que ella podía sentir húmedas del otro lado de la tela que los separaba, no suaves y blancas plumas.

La verdad era que necesitaba a Key. La extrañaba. E incluso si Key nunca había sido del tipo que iría a verla en caso de una pesadilla, al menos habría tenido un consejo que darle durante el desayuno para enfrentar sus miedos. Y Pip necesitaba tanto sus consejos en ese preciso instante... Su voz llena de calma, su amable sonrisa, cualquier cosa que ella tuviera para ofrecerle con su optimismo y confianza, pero algo a lo cual aferrarse a fin y a cabo.

Salvo que Key no estaba.

Pip la había buscado por todo el complejo. La había llamado hasta quedarse sin voz, gritado su nombre en el bosque esperando que alguien respondiera. Se había quedado despierta todos los días esperando que ella regresara de entre los árboles. Le había preguntado a Gia cuándo volvería, pero la chica en la carta solo había negado con su cabeza, luciendo tan enfadada como siempre, pero con tristeza en sus ojos. Y Key no había vuelto.

Le había pedido ayuda a su hermano para buscarla, Anton la había ignorado diciendo que no quería hablar sobre eso. Había intentado con Nana, pero la anciana llevaba días en medio de un pacto de silencio. Y había ido con Nix.

Nix seguro tendría una respuesta. Nix jamás dejaría que algo malo le sucediera a Key. Él la amaba, incluso cuando jamás lo reconocería, y ella debía amarlo también, no sonreiría del modo en que lo hacía al pronunciar su nombre si no lo hiciera.

Pero Nix también le había fallado.

Estaba completamente sola, y con eso tendría que bastar. Así le había enseñado Key. Era importante que supiera valerse por sí misma, antes de siquiera considerar el apoyo de otros. Necesitaba estar a la altura de una agente. Y Key le había hablado de lo natural que era sentir miedo, incluso necesario, pero nunca de cómo luchar contra este. Pip tenía que forzarse a dar cada paso dentro del abismo. ¿No podría ella haberle dicho qué hacía cuando temía? ¿Key siquiera sentía temor?

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora