Capítulo 21

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Feliz sábado, zorritos!

Todas las fanaccounts en Instagram están organizando una genial lectura conjunta de Pandora llena de actividades y demás cosas divertidas a partir de mañana para quienes quieran sumarse. Lo cierto es que lo que las chicas andan haciendo es increíble, así que incluso si no se sumarán a la lectura, no duden en pasarse a darles su amor y tal vez participar en otro de sus challenges.

He recibido un montón de amor online últimamente, d lectores recomendándome en posts o páginas, y no tengo palabras para describir cómo me ablando el corazón con esto! Muchas gracias <3 No sé qué hice para merecerlos.

Como siempre, no se olviden de votar al final del cap si les gustó!

Xoxo,

Sofi

***

La magia le estaba afectando.

El aire se sentía demasiado pesado, su cuerpo agonizaba a cada paso, su respiración le costaba, y los límites de su mente se estaban desdibujando. Poco a poco sus pensamientos comenzaban a perder sentido, hasta que solo podía concentrarse en el brujo que tenía delante, y lo fácil que sería saltar sobre este para morderlo y probar su sangre.

No sería la primera vez.

Key cerró sus ojos con fuerza, luchando por aferrarse a algo de razón. La lluvia se había detenido luego de lo que se había sentido como una eternidad, pero el tiempo solo parecía haber empeorado su estado en vez del descanso ayudarla a recobrar energía. Habían logrado regresar al camino principal. Ella no había tardado en ceder, y finalmente tener que ayudarse de su naginata para seguir caminando.

Y por cada paso, solo podía pensar en lo poderosa que se sentiría si lograba probar aunque fuera unas gotas de sangre. Esa siempre era la peor parte, cuando el efecto pasaba y entonces su cuerpo ansiaba lo bien que se había sentido hasta entonces. Tan sencillo regresar a ese estado de euforia, tan costoso luchar contra la tentación. Sabía que no debería hacerlo, nada bueno salía de la sangre, pero en su estado actual, con su cuerpo a un suspiro del colapso, lo necesitaba más que nada.

—Teikō suru —repitió Chi a su lado, cuando ella se detuvo y necesitó sostenerse de su naginata para no caer.

—Cállate.

Plantó una punta en el suelo, aferrándose con ambas manos a su arma y la poca fuerza que le quedaba. Todos sus músculos estaban temblando. Necesitaba sangre. Solo unas gotas, y podría continuar. Al menos lo suficiente, o hasta que sus heridas la mataran sin sentirlo. Su cintura seguía sin cicatrizar. ¿Qué acabaría finalmente con ella? ¿La gravedad de su estado, o la pérdida excesiva de sangre?

—¿Dónde está tu corazón, Ōkami? —preguntó Chi.

—Debería estar muerta —murmuró ella.

—Resiste hasta tu último respiro —él se inclinó para estar a su altura—. Hasta que ya no quede nada de ti que dar. Pero resiste, y vive.

—Desaparece —ordenó Key.

—Resiste —repitió Chi.

Fácil decirlo, cuando no había sido atacado por una jauría de sabuesos ni llevaba quién sabía cuánto tiempo cargando con la herida de un umbrus. Lo odiaba, lo cual no tenía sentido si era producto de intoxicación por magia. Estaría odiando algo que ella misma había creado, y seguía sin saber por qué Chi.

Intentó avanzar. Su cuerpo cedió y sus rodillas golpearon el suelo. Su vista se volvió borrosa, el dolor demasiado tiempo presente como para ya no saber si estaba llorando. Observó el rojo manchar la tierra. ¿Estaría sangrando de nuevo, o solo serían restos de la vez anterior? El aire no llegaba del todo a sus pulmones. ¿Si moría allí, habría servido de algo? ¿Su vida habría sido en vano? Una eternidad manteniendo la frontera cerrada, echada a perder por no matar a tres simples umbrus.

El ladrón de mundos (trilogía ladrones #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora